Escuchar lo singular

Todo el mundo está en su mundo, título de estas jornadas, nos ubica tanto en algo de la actualidad y las nuevas formas sintomáticas como en una posición que para el psicoanálisis siempre orienta.

Frente a la generalización, aspecto fundamental de las corrientes científicas, y por lo tanto paradigma de la psicología; el psicoanalista lacaniano, orientado por lo real, acoge la particularidad de cada sujeto.

En un mundo dónde los grandes discursos e ideales han dejado de operar y lo que prima es el imperativo de goce, nos encontramos que este todo el mundo está en su mundo, puede hacernos pensar, desde el discurso del amo, en una singularidad relacionada con el individualismo de las sociedades actuales. Cada individuo solo, gozando, y haciendo del goce una identificación. “Soy aquello de lo gozo” aparece, por lo tanto, como una hoja de ruta que lleva al agrupamiento en comunidades de goce que, podríamos decir que, son vividas por sus integrantes como “este es mi mundo”1Genta, S., Texto para las XVI Jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Líneas de trabajo: “Comunidades de Goce”., en aparente armonía, con esos otros que gozan igual que yo. Podemos entonces apreciar aquí también, algo de la repetición, cada sujeto en su mundo, una y otra vez, siempre en el mismo lugar.

Sin embargo, la singularidad del psicoanálisis hace a cada sujeto responsable de su posición de goce. El sujeto, en su constitución subjetiva, ha sido tocado por algunos significantes y en su encuentro con un real inasimilable, en ese encuentro “troumatico”, ha cernido una respuesta sintomática y fantasmática propia, de esa posición, de ese goce, de su sufrimiento sintomático, del que siempre se es responsable. Así, la entrada en análisis, no es sin una rectificación subjetiva2Miller, J.-A., Introducción al método analítico, Eolia-Paidós, Buenos Aires, 2001. que haga a cada uno cuestionarse por aquello que le hace sufrir. Interrogar al síntoma y cuestionar la implicación que uno tiene en él, aparece como lo contrario a instalarse a modo de fijación, identificado a una comunidad de goce donde el “derecho a gozar” se convierte en discurso, incluso, en motivo de lucha social.

Nos encontramos en la clínica y en las instituciones, familias con urgencias que buscan calmarse a través del nombre del déficit. “Como no hay ningún déficit, es mejor que mi hijo deje de venir”. Es la respuesta de un padre ante lo que considera una falta de evaluaciones que determinen un diagnóstico en el trabajo realizado con su hijo de 10 años, que presenta gran malestar cada día para ir al colegio, con repercusiones en su proceso de aprendizaje.

Otras veces, justamente el orientarnos por la singularidad y no por la evaluación, está en el germen de la transferencia. Una niña de 9 años, diagnosticada de TOC, comienza a hablar de lo que le hace sufrir y a desplegar un trabajo en sus encuentros con la analista. Esto ocurre tras varias sesiones en las que la palabra TOC estaba constantemente en su discurso, pero fuera de sus dichos. Ella traía el TOC a la consulta pues es lo que “había que eliminar”, pero cuando, alentada por la analista, pone ella palabras a lo que le sucede “me pongo histérica”, se abre otro momento en las sesiones.

Todo el mundo en su mundo, puede apuntar, en el discurso social al bien juntarse, cada uno tener su lugar, al que pertenecer, con esos iguales con lo que hacer grupo.

Para el discurso común, para ese que forma parte del delirio normativo del que nos habla Miller3Miller, J.-A., “La invención psicótica”, Cuadernos de psicoanálisis, Revista del ICF-E, 30, Eolia, Vizkaia, 2007., esas comunidades de goce pueden ser “soluciones” para el malestar subjetivo. El psicoanalista, con el aforismo todo el mundo está en su mundo, apunta justamente a la sorpresa, a dejarse sorprender por lo particular, por la invención, por la respuesta más íntima de cada sujeto que pueda hacer tambalear las identificaciones.

Una mujer es atendida de urgencia en los SS.SS (Servicios Sociales) donde trabajo. Ha sufrido episodios constantes de malos tratos, y tiene medidas de alejamiento de su expareja hacia ella. Viene acompañada por la comunidad de mujeres que acompañan a otras en estos casos, y con el discurso social en torno a estos acontecimientos.

La sorpresa llega al encontrar una repetición en lo vivido con su expareja, en otras relaciones que establece, con amigos, familias, ”hacerse cargo de los que consumen” hasta quedarse incluso ella sin recursos, o poniendo en peligro su integridad. Apunta a su posición fantasmática, pudiendo entonces iniciar un trabajo más allá de la movilización, necesaria por otra parte, de los recursos sociales y judiciales.

Se trata entonces, en la clínica de orientarnos por la última enseñanza de Lacan, tal y como recoge Manuel Fernández en su artículo en la revista Consecuencia, “Lacan denominó sinthome a ese punto situado más allá del fantasma, testimonio del modo en el que el sujeto se confronta a la pulsión. Esto apunta, además, a un más allá del atravesamiento del fantasma, a la identificación al sinthome, a saber-hacer con el síntoma, con la invención más particular del sujeto, con su auténtico nombre, con su nombre de goce”4Fernández Blanco, Manuel, “Más allá del principio del placer: La Repetición”, Consecuencias, Revista digital de psicoanálisis, arte y pensamiento, 4, abril, 2010..

 

  • 1
    Genta, S., Texto para las XVI Jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Líneas de trabajo: “Comunidades de Goce”.
  • 2
    Miller, J.-A., Introducción al método analítico, Eolia-Paidós, Buenos Aires, 2001.
  • 3
    Miller, J.-A., “La invención psicótica”, Cuadernos de psicoanálisis, Revista del ICF-E, 30, Eolia, Vizkaia, 2007.
  • 4
    Fernández Blanco, Manuel, “Más allá del principio del placer: La Repetición”, Consecuencias, Revista digital de psicoanálisis, arte y pensamiento, 4, abril, 2010.