EJES DE TRABAJO

Locuras y psicosis

Clara Bardón

“Lejos de ser la locura el hecho contingente de las fragilidades de su organismo, es la permanente virtualidad de una grieta abierta en su esencia” (…) “Y al ser del hombre no solo no se lo puede comprender sin la locura, sino que aún no sería el ser del hombre si no llevara en sí la locura como límite de su libertad”.

Así se expresa Lacan en su texto “Acerca de la causalidad psíquica”1 Lacan, J., “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos 1, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 1984. p. 166. de 1946, en clara oposición a la tesis organicista de Henry Ey, y situando en el centro de la condición humana su ser de lenguaje, la ética y la libertad.

Esta afirmación la articula de manera aún más concluyente en su “Breve discurso a los psiquiatras”, texto inédito de 1967, señalando que “los verdaderos hombres libres son precisamente los locos”2Lacan, J., “Breve discurso a los psiquiatras”, www.lacanterafreudiana.com.ar.. No hay demanda al Otro del objeto a, porque él lo tiene, por ejemplo, sus voces.

La estructura de los cuatro discursos permite ordenar y articular esta tesis y podemos entender al loco como hombre libre en otro sentido, en tanto no “amarrado” a ningún discurso establecido.

Lacan promueve los cuatro discursos como los modos estándar de establecer una articulación entre las palabras y la significación. Cuatro funciones o elementos diferenciados que están en relación y en cierta disposición en cuatro lugares topológicos. La articulación la dan S₁, S₂, el a como producto de la articulación y el $, condicionado por dicha articulación. “El parlêtre es el sujeto y la articulación y el producto de esta articulación S₁-S₂ que es primordialmente la del Otro”3Cf. Miller, J.-A., “Sutilezas analíticas”, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2011. p. 89..

Pero el sujeto psicótico debe hacer frente a su ser de lenguaje, a tener un cuerpo y hacer vínculo con los otros sin la ayuda de ningún discurso establecido. En este caso el sujeto, según sus posibilidades, puede activar recursos que le ayuden a orientarse en su existencia: arreglos, bricolajes, artificios, invenciones o creaciones. El delirio en la psicosis es restitutivo, cubre algo a partir de ese momento de perplejidad en que el sujeto, a partir de un signo enigmático que lo desestabiliza, concluye con la certeza de que eso quiere decir algo y le concierne.

También hay delirios “normales”, producidos a partir de los discursos establecidos, ficciones sociales que, como señalaba Freud, están destinadas a satisfacer el aparato psíquico como síntomas que, aunque podamos denominarlos sociales, cada ser hablante no se incluirá en ellos sino a partir de su singularidad. Religiones, sectas, locuras identitarias, el fanatismo de ciertas ideologías o la incidencia creciente de las prácticas invasivas en el cuerpo.

Sin olvidar locuras más privadas que se desencadenan cuando por un encuentro con lo real, para lo cual la cobertura del fantasma resulta insuficiente, éste se desestabiliza, hay un atravesamiento “salvaje” del fantasma y se pierde el sentido que la realidad había tenido hasta entonces para el sujeto. Estados disociativos, estados paranoides, delirios obsesivos, vivencias de despersonalización o irrealidad, actos impulsivos o locuras pasionales del neurótico, por evocar solo algunos.

¿A partir de qué momento se está loco? Es la pregunta que se hace Lacan junto con otra: ¿Joyce estaba loco?4Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2006. p. 75.. Y continúa argumentando que, en la mayoría, lo simbólico, lo imaginario y lo real están embrollados a falta de una operación que los distinga.

Esa operación es el Nombre del Padre que condiciona toda la realidad psíquica. En tanto transmite la castración no es más que el nombre de un modo de gozar. Sin embargo, en la actualidad, debemos tener en cuenta el declive del padre y de la autoridad, la devaluación de la tradición y las costumbres, junto con un auge cada vez mayor de las redes sociales y su influencia en la subjetividad.

A pesar de ello, conviene poder captar la originalidad del fenómeno psicótico y distinguir neurosis y psicosis como dos polos fundamentales, aunque sus fronteras se desdibujen en muchas ocasiones como en la psicosis ordinaria o, en ciertos momentos de la neurosis tal como señalábamos más arriba.

Joyce, para quien no funciona la articulación de cuatro términos sobre el binario S₁-S₂, inventa el sinthome. Singular, fuera de toda clasificación. Esto nos da una preciosa indicación en relación a la psicosis, desencadenada o no.

Lacan llega a plantear que toda invención puede reducirse al sinthome5Cf., Ibid., p. 130., en tanto lo real en el nudo aporta el elemento que puede mantener juntas dos cosas muy diferentes entre sí: lo imaginario y lo simbólico. Ese real de cada uno, lo imposible de simbolizar, será el lugar desde donde se realiza la invención sinthomática. Si funciona la père-versión, el amor se dirige al padre en tanto se lo considera portador de la castración, como señala Freud en “Tótem y tabú”. En tal caso el sujeto puede incluirse en un discurso con el que funcionar y hacer lazo social, pero no por ello se librará de ese real propio en relación al cual tendrá que realizar su propia invención sintomática. Porque el real que nos concierne a todos los seres hablantes es la ausencia propia de la relación sexual.

Por tanto, también en cada uno, aunque de diferente manera, hay sinthome, hay algo real y, como tal, desabonado del inconsciente. El sinthome singular es una verdad universal, es desde esa perspectiva que podemos decir que “todo el mundo está loco” o “en su mundo”.

Por último, no olvidemos la clínica infantil, los efectos sintomáticos del encuentro traumático con el goce del cuerpo o incluso, en un momento lógico anterior, el encuentro traumático con el lenguaje y la aceptación o rechazo de ser representado por el significante.

 

Notas:

  1. Lacan, J., “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos 1, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 1984. p. 166.
  2. Lacan, J., “Breve discurso a los psiquiatras”, www.lacanterafreudiana.com.ar.
  3. Cf. Miller, J.-A., “Sutilezas analíticas”, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2011. p. 89.
  4. Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2006. p. 75.
  5. Cf., Ibid., p. 130.

“Lejos de ser la locura el hecho contingente de las fragilidades de su organismo, es la permanente virtualidad de una grieta abierta en su esencia” (…) “Y al ser del hombre no solo no se lo puede comprender sin la locura, sino que aún no sería el ser del hombre si no llevara en sí la locura como límite de su libertad”.

Así se expresa Lacan en su texto “Acerca de la causalidad psíquica”6 Lacan, J., “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos 1, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 1984. p. 166. de 1946, en clara oposición a la tesis organicista de Henry Ey, y situando en el centro de la condición humana su ser de lenguaje, la ética y la libertad.

Esta afirmación la articula de manera aún más concluyente en su “Breve discurso a los psiquiatras”, texto inédito de 1967, señalando que “los verdaderos hombres libres son precisamente los locos”7Lacan, J., “Breve discurso a los psiquiatras”, www.lacanterafreudiana.com.ar.. No hay demanda al Otro del objeto a, porque él lo tiene, por ejemplo, sus voces.

La estructura de los cuatro discursos permite ordenar y articular esta tesis y podemos entender al loco como hombre libre en otro sentido, en tanto no “amarrado” a ningún discurso establecido.

Lacan promueve los cuatro discursos como los modos estándar de establecer una articulación entre las palabras y la significación. Cuatro funciones o elementos diferenciados que están en relación y en cierta disposición en cuatro lugares topológicos. La articulación la dan S₁, S₂, el a como producto de la articulación y el $, condicionado por dicha articulación. “El parlêtre es el sujeto y la articulación y el producto de esta articulación S₁-S₂ que es primordialmente la del Otro”8Cf. Miller, J.-A., “Sutilezas analíticas”, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2011. p. 89..

Pero el sujeto psicótico debe hacer frente a su ser de lenguaje, a tener un cuerpo y hacer vínculo con los otros sin la ayuda de ningún discurso establecido. En este caso el sujeto, según sus posibilidades, puede activar recursos que le ayuden a orientarse en su existencia: arreglos, bricolajes, artificios, invenciones o creaciones. El delirio en la psicosis es restitutivo, cubre algo a partir de ese momento de perplejidad en que el sujeto, a partir de un signo enigmático que lo desestabiliza, concluye con la certeza de que eso quiere decir algo y le concierne.

También hay delirios “normales”, producidos a partir de los discursos establecidos, ficciones sociales que, como señalaba Freud, están destinadas a satisfacer el aparato psíquico como síntomas que, aunque podamos denominarlos sociales, cada ser hablante no se incluirá en ellos sino a partir de su singularidad. Religiones, sectas, locuras identitarias, el fanatismo de ciertas ideologías o la incidencia creciente de las prácticas invasivas en el cuerpo.

Sin olvidar locuras más privadas que se desencadenan cuando por un encuentro con lo real, para lo cual la cobertura del fantasma resulta insuficiente, éste se desestabiliza, hay un atravesamiento “salvaje” del fantasma y se pierde el sentido que la realidad había tenido hasta entonces para el sujeto. Estados disociativos, estados paranoides, delirios obsesivos, vivencias de despersonalización o irrealidad, actos impulsivos o locuras pasionales del neurótico, por evocar solo algunos.

¿A partir de qué momento se está loco? Es la pregunta que se hace Lacan junto con otra: ¿Joyce estaba loco?9Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2006. p. 75.. Y continúa argumentando que, en la mayoría, lo simbólico, lo imaginario y lo real están embrollados a falta de una operación que los distinga.

Esa operación es el Nombre del Padre que condiciona toda la realidad psíquica. En tanto transmite la castración no es más que el nombre de un modo de gozar. Sin embargo, en la actualidad, debemos tener en cuenta el declive del padre y de la autoridad, la devaluación de la tradición y las costumbres, junto con un auge cada vez mayor de las redes sociales y su influencia en la subjetividad.

A pesar de ello, conviene poder captar la originalidad del fenómeno psicótico y distinguir neurosis y psicosis como dos polos fundamentales, aunque sus fronteras se desdibujen en muchas ocasiones como en la psicosis ordinaria o, en ciertos momentos de la neurosis tal como señalábamos más arriba.

Joyce, para quien no funciona la articulación de cuatro términos sobre el binario S₁-S₂, inventa el sinthome. Singular, fuera de toda clasificación. Esto nos da una preciosa indicación en relación a la psicosis, desencadenada o no.

Lacan llega a plantear que toda invención puede reducirse al sinthome10Cf., Ibid., p. 130., en tanto lo real en el nudo aporta el elemento que puede mantener juntas dos cosas muy diferentes entre sí: lo imaginario y lo simbólico. Ese real de cada uno, lo imposible de simbolizar, será el lugar desde donde se realiza la invención sinthomática. Si funciona la père-versión, el amor se dirige al padre en tanto se lo considera portador de la castración, como señala Freud en “Tótem y tabú”. En tal caso el sujeto puede incluirse en un discurso con el que funcionar y hacer lazo social, pero no por ello se librará de ese real propio en relación al cual tendrá que realizar su propia invención sintomática. Porque el real que nos concierne a todos los seres hablantes es la ausencia propia de la relación sexual.

Por tanto, también en cada uno, aunque de diferente manera, hay sinthome, hay algo real y, como tal, desabonado del inconsciente. El sinthome singular es una verdad universal, es desde esa perspectiva que podemos decir que “todo el mundo está loco” o “en su mundo”.

Por último, no olvidemos la clínica infantil, los efectos sintomáticos del encuentro traumático con el goce del cuerpo o incluso, en un momento lógico anterior, el encuentro traumático con el lenguaje y la aceptación o rechazo de ser representado por el significante.

 

Notas:

  1. Lacan, J., “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos 1, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 1984. p. 166.
  2. Lacan, J., “Breve discurso a los psiquiatras”, www.lacanterafreudiana.com.ar.
  3. Cf. Miller, J.-A., “Sutilezas analíticas”, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2011. p. 89.
  4. Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2006. p. 75.
  5. Cf., Ibid., p. 130.