TEXTOS DE ORIENTACIÓN

Ser de su mundo y soledad

Guy Briole

El título de las Jornadas nos pone de inmediato al trabajo llamando la atención sobre la palabra "todo" que, al mismo tiempo, da la idea de una totalidad y de lo único. Su dimensión de conjunto no incluye, sin embargo, la de una extensibilidad al "todos", ese "todo" que supone el "su". No estamos en el "hacerse del todo a todos"1 En francés: "se faire tout à tous". , esta expresión de la lengua francesa que remite a un mimetismo que determina el modo de ser en función del interlocutor. En tal caso, diremos que su mundo es el mundo del otro, entiéndase aquí del Otro al que cada uno se hace dócil, a su manera. Es el mundo del todos, aquel en el que todos tropezaríamos con la misma piedra en medio del mismo camino. Es el todos negador de la singularidad, de cada uno. Cada uno tiene su manera de hacerse con este tope; esto puede caer bajo la evitación, la represión, la fijación, la repetición, etc. No dice nada de lo que cada uno es en el "todo". Supone solamente un real con el que todo parlêtre debe arreglárselas.

Cada uno y soledad

Hay un "yo" de su mundo y un "yo" que se dice del "nosotros". He ahí cómo entrar en esta cuestión con Lacan: "El sujeto del verbo (je) no es un ser, es un supuesto a lo que habla. Lo que habla, sólo tiene que ver con la soledad, sobre el punto de la relación que no puedo definir sino diciendo, como hice, que no puede escribirse. Ella, la soledad, en ruptura del saber, no sólo puede escribirse, sino que además es lo que se escribe por excelencia, pues es lo que de una ruptura del ser deja huella."2 Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, texto establecido por Jacques-Alain Miller, Paidós, Buenos Aires, 1975, p. 145. La soledad no es un mundo propio, está compartido y es relativo a un entorno.

"Hay soledades. Hay las que uno puede desear, las que uno puede aceptar de su partenaire, las impuestas, las vividas en relación con los otros, las del creador ante el vacío, las de las desconexiones del Otro, etc."3 Briole, G., "Soledades", Conversación sobre el pase. Lo que no sabemos, Freudiana, n° 66, 2012, p. 63.

Para un parlêtre los momentos de soledad pueden ser vividos como los más intensos, ser considerados como aquellos donde la vida tiene una densidad y donde la idea es la de un pensamiento libre. Se puede amar estar en compañía de uno mismo, vuelto hacia un interior que puebla su exterior, a su antojo. Esto puede tocar lo íntimo, es ahí que la soledad se hace más cómplice de un cierto goce de lo clandestino, para decirlo de otra manera, del fantasma.

Su mundo y el inconsciente

"A cada uno su mundo" puede incluir tanto al mundo compartido como al singular de cada uno. En el mundo contemporáneo ya no se trata del lazo del Uno con los otros el que hace el affectio societatis sino que prevalece el Uno separado de los otros. Cada uno exige obtener un goce inmediato al cual tendría derecho, como todos. La idea de ser de un mundo ajeno al de los otros se acentúa en el parlêtre sobre todo porque también él está, más que nunca, perdido en cuanto a su deseo; ese deseo que le es excéntrico4 Lacan, J., "El psicoanálisis. Razón de un fracaso”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 362. . Lacan escoge esta palabra por el equívoco que contiene que indica que ese deseo está descentrado —"es en el lugar del Otro donde se forma"5 Ibid.  — y que, a su vez, es fantasioso, insólito y, a veces, extravagante. Es ahí, subraya Lacan, que uno se da cuenta que el analizante, o aquél que pudiera llegar a serlo, "les cuenta cosas y perciben hasta qué punto lo que él sabe es ambiguo, lo que está implicado de lo que sabe en lo que dice y de lo que, en última instancia, no tiene la menor idea puesto que, según cierta manera de escucharlo, se dan cuenta de que entienden algo completamente distinto."6 Lacan, J., Discurso de Tokyo, el 21 de abril 1971 en la oficina del editor Kobundo, que publicó los Escritos en japonés. El habla de su mundo a partir del cual implica a los otros y sus interferencias que llegan a hacer síntoma en él. La degradación del lazo social y el rechazo de los valores ligados a lo simbólico acentúan todavía más la tendencia a llevar al campo del Otro el origen de todos sus males. Es ahí donde él olvida su propia implicación subjetiva. Es pudiendo ir más allá de este punto que él podría realizar esta rectificación que le haría entrar en análisis, salir de la soledad de su mundo para preguntarse finalmente por lo que hay de su división, así como por su responsabilidad en aquello que le sucede. Para que esto pueda llegar a advenir hace falta también el analista y su acto; que este analista encuentre cómo hacer con ellos el par7 Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", Otros escritos, op. cit., p. 601. con aquello que, de ese sujeto, puede atraparse de lo que se extravía, preguntarse más allá de las circunstancias que él ha desplazado en un mundo donde todo, todos le serían hostiles.

Todo el mundo y la Escuela

Lacan, al fundar su Escuela, inscribió en su acto esta frase "solo como lo estuve siempre en mi relación con la causa analítica..."; una soledad a diferenciar de estar "aislado".8 Lacan, J., "Discurso en la Escuela freudiana de París”, Ibid., p. 281. Una Escuela es una pertenencia que evita la errancia, siempre posible, para el psicoanalista aislado. Como contrapunto, existe el riesgo de hacer comunidad con los avatares imaginarios lo que conlleva no poder ser otra cosa que "parásitos de soledad"9 Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 97. . La alternativa sería extraer las consecuencias de aquello por lo que Lacan designa los miembros de una Escuela, de ser todos "dispersos descabalados" 10 Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", op. cit., p. 601. reunidos en el vínculo del uno por uno a la Causa analítica. Es uno de los puntos sobre el cual podría llegar a ejercitarse una de las tareas asignadas al AE, interpretar a la Escuela. Una invitación en forma de apuesta.

Traducción de Eduard Fernández

 

  1. En francés: "se faire tout à tous".
  2. Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, texto establecido por Jacques-Alain Miller, Paidós, Buenos Aires, 1975, p. 145.
  3. Briole, G., "Soledades", Conversación sobre el pase. Lo que no sabemos, Freudiana, n° 66, 2012, p. 63.
  4. Lacan, J., "El psicoanálisis. Razón de un fracaso”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 362.
  5. Ibid.
  6. Lacan, J., Discurso de Tokyo, el 21 de abril 1971 en la oficina del editor Kobundo, que publicó los Escritos en japonés.
  7. Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", Otros escritos, op. cit., p. 601.
  8. Lacan, J., "Discurso en la Escuela freudiana de París”, Ibid., p. 281.
  9. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 97.
  10. Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", op. cit., p. 601.

 

El título de las Jornadas nos pone de inmediato al trabajo llamando la atención sobre la palabra "todo" que, al mismo tiempo, da la idea de una totalidad y de lo único. Su dimensión de conjunto no incluye, sin embargo, la de una extensibilidad al "todos", ese "todo" que supone el "su". No estamos en el "hacerse del todo a todos"11 En francés: "se faire tout à tous". , esta expresión de la lengua francesa que remite a un mimetismo que determina el modo de ser en función del interlocutor. En tal caso, diremos que su mundo es el mundo del otro, entiéndase aquí del Otro al que cada uno se hace dócil, a su manera. Es el mundo del todos, aquel en el que todos tropezaríamos con la misma piedra en medio del mismo camino. Es el todos negador de la singularidad, de cada uno. Cada uno tiene su manera de hacerse con este tope; esto puede caer bajo la evitación, la represión, la fijación, la repetición, etc. No dice nada de lo que cada uno es en el "todo". Supone solamente un real con el que todo parlêtre debe arreglárselas.

Cada uno y soledad

Hay un "yo" de su mundo y un "yo" que se dice del "nosotros". He ahí cómo entrar en esta cuestión con Lacan: "El sujeto del verbo (je) no es un ser, es un supuesto a lo que habla. Lo que habla, sólo tiene que ver con la soledad, sobre el punto de la relación que no puedo definir sino diciendo, como hice, que no puede escribirse. Ella, la soledad, en ruptura del saber, no sólo puede escribirse, sino que además es lo que se escribe por excelencia, pues es lo que de una ruptura del ser deja huella."12 Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, texto establecido por Jacques-Alain Miller, Paidós, Buenos Aires, 1975, p. 145. La soledad no es un mundo propio, está compartido y es relativo a un entorno.

"Hay soledades. Hay las que uno puede desear, las que uno puede aceptar de su partenaire, las impuestas, las vividas en relación con los otros, las del creador ante el vacío, las de las desconexiones del Otro, etc."13 Briole, G., "Soledades", Conversación sobre el pase. Lo que no sabemos, Freudiana, n° 66, 2012, p. 63.

Para un parlêtre los momentos de soledad pueden ser vividos como los más intensos, ser considerados como aquellos donde la vida tiene una densidad y donde la idea es la de un pensamiento libre. Se puede amar estar en compañía de uno mismo, vuelto hacia un interior que puebla su exterior, a su antojo. Esto puede tocar lo íntimo, es ahí que la soledad se hace más cómplice de un cierto goce de lo clandestino, para decirlo de otra manera, del fantasma.

Su mundo y el inconsciente

"A cada uno su mundo" puede incluir tanto al mundo compartido como al singular de cada uno. En el mundo contemporáneo ya no se trata del lazo del Uno con los otros el que hace el affectio societatis sino que prevalece el Uno separado de los otros. Cada uno exige obtener un goce inmediato al cual tendría derecho, como todos. La idea de ser de un mundo ajeno al de los otros se acentúa en el parlêtre sobre todo porque también él está, más que nunca, perdido en cuanto a su deseo; ese deseo que le es excéntrico14 Lacan, J., "El psicoanálisis. Razón de un fracaso”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 362. . Lacan escoge esta palabra por el equívoco que contiene que indica que ese deseo está descentrado —"es en el lugar del Otro donde se forma"15 Ibid.  — y que, a su vez, es fantasioso, insólito y, a veces, extravagante. Es ahí, subraya Lacan, que uno se da cuenta que el analizante, o aquél que pudiera llegar a serlo, "les cuenta cosas y perciben hasta qué punto lo que él sabe es ambiguo, lo que está implicado de lo que sabe en lo que dice y de lo que, en última instancia, no tiene la menor idea puesto que, según cierta manera de escucharlo, se dan cuenta de que entienden algo completamente distinto."16 Lacan, J., Discurso de Tokyo, el 21 de abril 1971 en la oficina del editor Kobundo, que publicó los Escritos en japonés. El habla de su mundo a partir del cual implica a los otros y sus interferencias que llegan a hacer síntoma en él. La degradación del lazo social y el rechazo de los valores ligados a lo simbólico acentúan todavía más la tendencia a llevar al campo del Otro el origen de todos sus males. Es ahí donde él olvida su propia implicación subjetiva. Es pudiendo ir más allá de este punto que él podría realizar esta rectificación que le haría entrar en análisis, salir de la soledad de su mundo para preguntarse finalmente por lo que hay de su división, así como por su responsabilidad en aquello que le sucede. Para que esto pueda llegar a advenir hace falta también el analista y su acto; que este analista encuentre cómo hacer con ellos el par17 Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", Otros escritos, op. cit., p. 601. con aquello que, de ese sujeto, puede atraparse de lo que se extravía, preguntarse más allá de las circunstancias que él ha desplazado en un mundo donde todo, todos le serían hostiles.

Todo el mundo y la Escuela

Lacan, al fundar su Escuela, inscribió en su acto esta frase "solo como lo estuve siempre en mi relación con la causa analítica..."; una soledad a diferenciar de estar "aislado".18 Lacan, J., "Discurso en la Escuela freudiana de París”, Ibid., p. 281. Una Escuela es una pertenencia que evita la errancia, siempre posible, para el psicoanalista aislado. Como contrapunto, existe el riesgo de hacer comunidad con los avatares imaginarios lo que conlleva no poder ser otra cosa que "parásitos de soledad"19 Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 97. . La alternativa sería extraer las consecuencias de aquello por lo que Lacan designa los miembros de una Escuela, de ser todos "dispersos descabalados" 20 Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", op. cit., p. 601. reunidos en el vínculo del uno por uno a la Causa analítica. Es uno de los puntos sobre el cual podría llegar a ejercitarse una de las tareas asignadas al AE, interpretar a la Escuela. Una invitación en forma de apuesta.

Traducción de Eduard Fernández

 

  1. En francés: "se faire tout à tous".
  2. Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, texto establecido por Jacques-Alain Miller, Paidós, Buenos Aires, 1975, p. 145.
  3. Briole, G., "Soledades", Conversación sobre el pase. Lo que no sabemos, Freudiana, n° 66, 2012, p. 63.
  4. Lacan, J., "El psicoanálisis. Razón de un fracaso”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 362.
  5. Ibid.
  6. Lacan, J., Discurso de Tokyo, el 21 de abril 1971 en la oficina del editor Kobundo, que publicó los Escritos en japonés.
  7. Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", Otros escritos, op. cit., p. 601.
  8. Lacan, J., "Discurso en la Escuela freudiana de París”, Ibid., p. 281.
  9. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 97.
  10. Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", op. cit., p. 601.