Dora ¿paranoica?

Un breve apunte del caso Dora, que Lacan retoma en el Seminario sobre la Psicosis, me servirá para mostrar que, hasta el momento de su desestabilización, Dora vivía podríamos decir, efectivamente en su mundo, manteniendo el cuarteto en el que estaba incluida y que a la vez la sostenía. Su desestabilización se produce en un determinado momento en que al irse un personaje la situación se descompensa. Es sólo a partir de entonces cuando ella hace su interpretación sobre las verdaderas intenciones de su padre, se pone reivindicativa y afirma que este quiere prostituirla. Hasta ese momento Dora se sostenía en la situación no habiendo mostrado hasta entonces queja alguna. Es respecto a esta interpretación que Lacan se preguntará sobre la cuestión de la paranoia.

Lacan introduce en el citado Seminario el comentario sobre el caso Dora, después de un desarrollo sobre la cuestión del narcisismo, que tal como lo planteó Freud, supone un retraimiento de la libido sobre el yo y un alejamiento por tanto del objeto externo. Lacan se pregunta el plano en que se produce este retiro y afirma después que algo se modifica en el objeto para que este retraimiento se produzca. Es en este punto que introduce el caso Dora, mostrando como su desestabilización sucede en el momento preciso en que algo de lo que hasta entonces sostenía la situación, se mueve para el sujeto del lugar que ocupaba. Lo veremos.

En “Intervención sobre la transferencia” Lacan había planteado que la cuestión del enigma de la feminidad se resuelve para la histeria, vía identificación viril, y que la histérica es alguien cuyo objeto es homosexual, abordando ese objeto por identificación con alguien del otro sexo. En el caso, el yo de Dora ha hecho una identificación con el Sr K y los hombres son para ella en general otras tantas cristalizaciones posibles de su yo. Es la identificación la que se vuelve para Dora el sostén para el abordaje del verdadero objeto de su interés la Sra. K.

Lacan destacará las dificultades que presentó la cura para Freud, fundamentalmente la ambigüedad de saber cuál era el verdadero objeto de amor de Dora. Freud añadirá en una nota años después, que su error fue haber desconocido que, según señala Lacan que “el verdadero objeto de amor de Dora era la Sra. K. Freud (…) hubiera debido comprender que el apego homosexual por la Sra. K, era la verdadera institución de la posición primitiva de Dora, así como de su crisis”1Lacan, J., Seminario 4 La relación de objeto (1956-57), Buenos Aires, Paidós, 1994, p. 140..

Hay un tiempo primero previo a la descompensación, aquel en el que la identificación con el Sr. K le hace posible abordar el objeto de su interés. Es en este tiempo que Dora protege los encuentros de su padre con la Sra. K cuidando de los hijos de esta.  Aunque es un tiempo en el que no se ha desencadenado de forma franca su neurosis, no por ello deja de presentar algunos síntomas, Freud se detiene especialmente en la tos y la afonía. La incesante aparición sin alivio alguno del síntoma de la tos, a la vez que los continuos reproches al padre por la relación de éste con la Sra. K, es lo que hace que Freud ponga en tensión las dos cuestiones e investigue su conexión. Es así como establecerá la relación entre la tos y una fantasía sexual. La situación se produce en un momento en el que Dora hablando de su padre dirá “es un hombre de recursos” y que Freud interpretará en el sentido contrario “un hombre sin recursos, impotente”.  Freud le señala la contradicción entre creer que el padre es un hombre impotente y suponer a la vez que mantiene relaciones sexuales con la Sra. K. Dora le responde que sabe que se pueden mantener otro tipo de relaciones sexuales, usando para ello otros órganos del cuerpo. Freud deduce entonces que Dora ha creado una fantasía sexual inconsciente, identificándose al goce del padre. Ahí donde el padre chupa, Dora tose.

Hay un tiempo segundo que es el de la descompensación, Freud la ubica en la escena de la seducción en el lago. Había existido otro momento en que el Sr. K abordó mucho más francamente a Dora dándole un beso, pero ello no precipitó su malestar. Fue en el lago en un nuevo intento también de seducción, que el Sr. K le dijo a Dora las famosas palabras “mi mujer no es nada para mí”. Es entonces que ella le da una bofetada. Lacan señala que todo ocurre como si ella se preguntara, entonces que es usted para mí. Se rompe el equilibrio y es a partir de este momento que Dora pone en marcha un pequeño síndrome de persecución vinculado a su padre. Ahora sí, se queja de sus encuentros con la Sra. K y “afirma que su padre quiere prostituirla y que la entrega al Sr. K a cambio de poder él mantener sus relaciones ambiguas con la mujer de este”2Lacan, J., Seminario 3 La psicosis (1955-56), Buenos Aires, Paidós, 1984, p. 133.. Es en este punto cuando Lacan se pregunta si Dora es una paranoica respondiendo que efectivamente no, aunque no dude en atribuirle ese pequeño síndrome de persecución vinculado a su padre. “Una reivindicación contra personajes que supuestamente actúan contra uno, no basta para estar en la psicosis. Puede ser una reivindicación injustificada, que participa de un delirio de presunción, más no por ello es una psicosis”3Ibid., p.133.. Es un fenómeno interpretativo que no llega a producir un delirio, aunque se trate efectivamente de una suposición de goce del Otro difícil de negar en esta posición reivindicativa. “Es un fenómeno que está en la vía inefable, intuitiva, de la imputación al otro de hostilidad y mala intención, y a propósito de una situación en la que el sujeto participó, verdaderamente, del modo electivo más profundo”4Ibid., p.134..

Es así como la descompensación de Dora se produce, no por lo que el padre no da (que no puede dar porque no tiene), sino porque se introduce una ruptura en el cuaternario, que hasta ese momento permitía a Dora mantenerse en su lugar. Cuando el Sr. K se dirige a ella como mujer se quiebra la situación. Es entonces que irrumpe la reivindicación y se ve entregada como objeto de intercambio. Es así como llega a la consulta de Freud. Este la empuja a los brazos del Sr. K, empuje que retoma la orientación del padre de Dora. Quizás ello explica que Dora lo abandone igual como lo hizo con el Sr. K.

 

  • 1
    Lacan, J., Seminario 4 La relación de objeto (1956-57), Buenos Aires, Paidós, 1994, p. 140.
  • 2
    Lacan, J., Seminario 3 La psicosis (1955-56), Buenos Aires, Paidós, 1984, p. 133.
  • 3
    Ibid., p.133.
  • 4
    Ibid., p.134.