TEXTOS DE ORIENTACIÓN

Las invenciones singulares de James Joyce: el individual*

Miriam L. Chorne

La actitud de Lacan frente a la creación fue siempre de respeto y admiración. Más allá de esta disposición afirmó que el psicoanálisis no tenía nada que decir en un terreno en el que los creadores se le adelantaban. El psicoanalista debe “recordar con Freud, que en su materia, el artista siempre le lleva la delantera y que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino.”1 Lacan, J., “Homenaje a Marguerite Duras”, Intervenciones y Textos 2, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1988, pp.65-66. Un ejemplo maravilloso de esta actitud lo constituye su acercamiento a J. Joyce: se dejó enseñar por el escritor y, en un sentido fuerte, sobre cómo es posible operar paradójicamente en el campo literario la performance de un pasaje hacia lo real de la letra, que vaya más allá de sus efectos de sentido.

La nominación que Lacan propuso para el autor del Ulises: “Joyce, el síntoma”, nombre que dijo que creía que Joyce hubiese aceptado, ya incluía la doble escritura de síntoma en francés: symptôme y su versión antigua sinthome. En ese nombre juega el equívoco entre el sonido que se oye y la grafía que se ve.2 Lacan, J., "Joyce el Síntoma", Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 591-598.

En un libro colectivo, de algunos amigos de Joyce, sobre el work in progress, es decir sobre Finnegans’ wake, Samuel Beckett cuestionó a los detractores de Joyce, ellos decían que el libro era incomprensible, “Aquí la forma es el contenido. Ustedes se quejan de que no está escrito en inglés. No está escrito en absoluto. No es para leer … o más bien no es sólo para leer. Es para ser mirado y escuchado. Su escritura no es sobre algo, es ese algo mismo”.3 Beckett, S., “Dante … Bruno. Vico …Joyce”, Our Exagmination Round his Factification for Incamination of Work in Progress, Shakespeare and Company, París, 1929 y Faber and Faber, London, 1929. (subrayado nuestro)

Entre los textos de esos amigos: Frank Budgen, Stuart Gilbert, Eugene Jolas figura al final una carta dirigida a Joyce con el título de A litter to Mr James Joyce (es necesario recordar la equivocidad de letter /carta, letra y litter/basura en inglés, con la que jugaba ese título, pero además hay que saber -para comprender el humor y cómo se divertía Joyce- que esa carta estaba firmada por Vladimir Dixon, heterónimo de nuestro autor).

Nos parece que estas palabras de Beckett podrían haber sido firmadas por Lacan. Miller retoma esta manera en la que Joyce se acerca al lenguaje: “En Finnegans Wake, Joyce se abstrae del querer decir, (…) de hecho él ya no quiere decir nada. Del significante no da el significado, solo da el eco, que él hace leudar en una lengua y en muchas otras, un eco homofónico y translingüístico que desconcierta, que pulveriza todo significado, un eco que también se anula y se multiplica. El mito que Lacan cuenta a propósito de Joyce en su seminario El sinthome, es que en esa obra está demostrada la relación pura de cada uno con lalengua."4 Miller, J.-A., Piezas sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 47.

Lacan había formulado en el Seminario anterior, el Libro 22, RSI, que el síntoma del psicoanálisis hace ex-istir el inconsciente en lo real del goce. (subrayado nuestro)

Lacan lee a Joyce desde esta perspectiva. Y por eso se sorprende tanto de la convergencia entre sus desarrollos y el arte de Joyce. En el Seminario El sinthome, al que asistía Jacques Aubert, Lacan, tras decir que se encontraba estupefacto “de ese deslizamiento de Joyce en mi Seminario Aún”,5 Lacan, J., El seminario Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 73. llegó incluso a preguntarle a Aubert si cuando lo invitó a inaugurar el simposio internacional sobre Joyce que tuvo lugar en París el 16 de junio de 1975, conocía sus desarrollos en los seminarios anteriores sobre la clínica de los nudos.

Numerosos temas surgen en relación con estos intereses, por nombrar solo algunos fundamentales:

la cuestión de una clínica continuista frente a la clínica estructural, la función de la obra escrita, sus posibilidades e incluso la necesidad de la misma para lograr una cierta estabilidad psíquica del autor y en una formulación más amplia abre la reflexión sobre la clínica de las invenciones singulares en la economía subjetiva.

Lacan venía insistiendo en que la función del padre -puede ser sustituida por otros nombres, por ejemplo por el síntoma- es un obturador de la falta más radical: la de la proporción/relación sexual. A su vez en diversos Seminarios afirmaba lo que hay: Hay Uno.

Finalmente en una intervención de apoyo a la enseñanza del psicoanálisis en la universidad que Miller recupera, 6 Miller, J.-A., Todo el mundo es loco, caps. XVI y XVII, Paidós, Buenos Aires, 2015. Lacan hacía extensivo ese modo de obturación bajo la fórmula “todo el mundo es loco, es decir, delira”, con la que equiparaba en cierta medida el fantasma que tapona el agujero de la imposible proporción/relación con el delirio, considerado como el intento de curación en la psicosis desde Freud.

Miller en esas páginas propone que Lacan relativizaba esa afirmación “todo el mundo es loco” -añadiendo a la fórmula “(si es que podemos usar semejante expresión)”. No puede ser una proposición lógicamente cierta, como la frase de Epiménides el mentiroso.

Sin embargo, iba más allá al poner en duda la lógica misma, al plantear que el saber mismo podría en tanto tal ser sólo un delirio. De hecho, la fórmula sobre el delirio en que lo definía como un S2, es decir, como un saber que trata de colmar el agujero del S1 solo, es en verdad la fórmula de todo saber. “Lo que hace de S2 el significante del saber es que es el significante que da sentido a un signo previo fuera del sentido”.7 Ibidem, p. 311. Justifica así que se le dé estatuto de delirio a todo saber.

Relacionaba de este modo el saber con una creencia, para el loco la creencia delirante, que no es un error. Es un modo de dar sentido al abismo del sinsentido. Nosotros, añadía, también compartimos ser devotos, creyentes. Lacan cuestionaba así al lógico que creía poder separar de manera estanca saber y creencia. Era el título de una obra del lógico Hintikka, Saber y creer,8 Hintikka, J., Saber y creer. Una introducción a la lógica de las dos nociones, Tecnos, Madrid, 1979. y Lacan contestaba “No nació quien logrará distinguir el saber y la creencia”.

El eco de esta doctrina lo encontramos en la frase de Lacan “No creer en el Nombre del Padre a condición de servirse de él”,9 Lacan, J., El seminario Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 133. Lacan decía: “Se puede prescindir del Nombre del Padre con la condición de utilizarlo”. que destaca que la metáfora paterna está arraigada en una creencia. Lo que las sociedades modernas muestran ya desde hace años: el deslizamiento desde la creencia en el padre hacia el escepticismo o más aún hacia el cinismo, “que no es más que la creencia en el goce, o por lo menos en el plus de goce”,10 Miller, J.-A., op. cit., p. 313. encarnado en esos objetos sin los cuales parece hoy en día imposible vivir.

Miller retorna a un texto de los Escritos, “Observación sobre el informe de Daniel Lagache”,11 Lacan, J., "Observación sobre el informe de Daniel Lagache", Escritos 2, Siglo XXI editores, Madrid, 1984, p. 645. para considerar la manera en que Lacan encaraba la teoría clásica del conocimiento -con uno de esos barridos geniales más allá de las diferencias- como una pretensión de que la relación entre el sujeto y el objeto fuese de armonía, de adecuación. En última instancia como un intento de hacer existir la relación sexual. Más allá de los matices que se puedan introducir, Lacan era radical respecto a que esta teoría del conocimiento es incompatible con la experiencia psicoanalítica.

Ponía del lado de la incompatibilidad tanto la fragmentación original de la combinatoria del inconsciente como la descomposición y el montaje de la pulsión.

No tratamos con naturalezas sino con máquinas, con las que no tenemos ninguna relación de connaturalidad, que en última instancia son máquinas significantes. Pero además está implicado también el Ello en su relación con el goce. Es decir que la ausencia del sujeto se produce en alguna parte del goce. Y para que se produzca es necesario que exista un lugar donde la ausencia del sujeto esté localizada.

Lacan eligió la metáfora para designar ese lugar: “es el redondel quemado en la maleza de las pulsiones”. Lo que formulado de una manera menos poética se puede decir: “Es la estructura de este lugar la que exige que el nada esté en el principio de la creación.”12 Ibidem, p. 646. Miller lo aclara diciendo: “Lo que se desprende de este texto es que allí donde en el goce, en la maleza del goce, hay un lugar vaciado, allí se puede inscribir el sujeto del significante.”13 Miller, J.-A., op. cit., p. 322.

Podríamos, si tuviéramos más espacio, considerar cómo reformuló Lacan esta cuestión en Seminarios posteriores, por ejemplo, en el Seminario 19, … o peor, en términos de represión original o inscripción del significante solo, S1, el Uno de la existencia, y su relación con lalangue primordial respecto del lenguaje.

En relación a lo que Joyce nos enseña, podemos decir que el sinthome funciona como cuarto anillo necesario para que el nudo fallido o el lapsus del nudo, al faltar la función de nominación del padre, se realice. Mediante la hazaña de la auto-nominación, una especie de autoengendramiento de Joyce a través de su arte, al que Lacan no dudaba en calificar como arte-facto. Así mismo calificaba a Joyce, como él mismo lo hacía, como artesano -al subrayar que su “saber hacer” le había permitido reparar el lapsus. Subrayando así la función de suplencia de las invenciones singulares. Cuando Lacan formulaba “Joyce el síntoma” no estaba designando una patología sino una solución.

También nos enseña que la invención se puede encontrar o hacer en un análisis o como en el caso de Joyce se puede fabricar sin un psicoanálisis. Lacan recordaba que a Joyce se le había ofrecido un psicoanálisis -que no aceptó- y decía: Nada hubiese ganado con ello, puesto que él fue “directo a lo mejor que se puede esperar del psicoanálisis en su fin.”14 Lacan, J., “Lituratierra”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 19.

 

(*) Lacan decía que Joyce se identificaba a l'individual (lo escribe en bastardilla para subrayar que el término está en inglés y se traduce como un caso singular, especial, original). "Joyce el Síntoma", El seminario Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p.165.

  1. Lacan, J., “Homenaje a Marguerite Duras”, Intervenciones y Textos 2, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1988, pp. 65-66.
  2. Lacan, J., "Joyce el Síntoma", Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 591-598.
  3. Beckett, S., “Dante … Bruno. Vico …Joyce”, Our Exagmination Round his Factification for Incamination of Work in Progress, Shakespeare and Company, París, 1929 y Faber and Faber, London, 1929.
  4. Miller, J.-A., Piezas sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 47.
  5. Lacan, J., El seminario Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 73.
  6. Miller, J.-A., Todo el mundo es loco, caps. XVI y XVII, Paidós, Buenos Aires, 2015.
  7. Ibidem, p. 311.
  8. Hintikka, J., Saber y creer. Una introducción a la lógica de las dos nociones, Tecnos, Madrid, 1979.
  9. Lacan, J., El seminario Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 133. Lacan decía: “Se puede prescindir del Nombre del Padre con la condición de utilizarlo”.
  10. Miller, J.-A., op. cit., p. 313.
  11. Lacan, J., "Observación sobre el informe de Daniel Lagache", Escritos 2, Siglo XXI editores, Madrid, 1984, p. 645.
  12. Ibidem, p. 646.
  13. Miller, J.-A., op. cit., p. 322.
  14. Lacan, J., “Lituratierra”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012. p. 19.

 

La actitud de Lacan frente a la creación fue siempre de respeto y admiración. Más allá de esta disposición afirmó que el psicoanálisis no tenía nada que decir en un terreno en el que los creadores se le adelantaban. El psicoanalista debe “recordar con Freud, que en su materia, el artista siempre le lleva la delantera y que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino.”15 Lacan, J., “Homenaje a Marguerite Duras”, Intervenciones y Textos 2, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1988, pp.65-66. Un ejemplo maravilloso de esta actitud lo constituye su acercamiento a J. Joyce: se dejó enseñar por el escritor y, en un sentido fuerte, sobre cómo es posible operar paradójicamente en el campo literario la performance de un pasaje hacia lo real de la letra, que vaya más allá de sus efectos de sentido.

La nominación que Lacan propuso para el autor del Ulises: “Joyce, el síntoma”, nombre que dijo que creía que Joyce hubiese aceptado, ya incluía la doble escritura de síntoma en francés: symptôme y su versión antigua sinthome. En ese nombre juega el equívoco entre el sonido que se oye y la grafía que se ve.16 Lacan, J., "Joyce el Síntoma", Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 591-598.

En un libro colectivo, de algunos amigos de Joyce, sobre el work in progress, es decir sobre Finnegans’ wake, Samuel Beckett cuestionó a los detractores de Joyce, ellos decían que el libro era incomprensible, “Aquí la forma es el contenido. Ustedes se quejan de que no está escrito en inglés. No está escrito en absoluto. No es para leer … o más bien no es sólo para leer. Es para ser mirado y escuchado. Su escritura no es sobre algo, es ese algo mismo”.17 Beckett, S., “Dante … Bruno. Vico …Joyce”, Our Exagmination Round his Factification for Incamination of Work in Progress, Shakespeare and Company, París, 1929 y Faber and Faber, London, 1929. (subrayado nuestro)

Entre los textos de esos amigos: Frank Budgen, Stuart Gilbert, Eugene Jolas figura al final una carta dirigida a Joyce con el título de A litter to Mr James Joyce (es necesario recordar la equivocidad de letter /carta, letra y litter/basura en inglés, con la que jugaba ese título, pero además hay que saber -para comprender el humor y cómo se divertía Joyce- que esa carta estaba firmada por Vladimir Dixon, heterónimo de nuestro autor).

Nos parece que estas palabras de Beckett podrían haber sido firmadas por Lacan. Miller retoma esta manera en la que Joyce se acerca al lenguaje: “En Finnegans Wake, Joyce se abstrae del querer decir, (…) de hecho él ya no quiere decir nada. Del significante no da el significado, solo da el eco, que él hace leudar en una lengua y en muchas otras, un eco homofónico y translingüístico que desconcierta, que pulveriza todo significado, un eco que también se anula y se multiplica. El mito que Lacan cuenta a propósito de Joyce en su seminario El sinthome, es que en esa obra está demostrada la relación pura de cada uno con lalengua."18 Miller, J.-A., Piezas sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 47.

Lacan había formulado en el Seminario anterior, el Libro 22, RSI, que el síntoma del psicoanálisis hace ex-istir el inconsciente en lo real del goce. (subrayado nuestro)

Lacan lee a Joyce desde esta perspectiva. Y por eso se sorprende tanto de la convergencia entre sus desarrollos y el arte de Joyce. En el Seminario El sinthome, al que asistía Jacques Aubert, Lacan, tras decir que se encontraba estupefacto “de ese deslizamiento de Joyce en mi Seminario Aún”,19 Lacan, J., El seminario Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 73. llegó incluso a preguntarle a Aubert si cuando lo invitó a inaugurar el simposio internacional sobre Joyce que tuvo lugar en París el 16 de junio de 1975, conocía sus desarrollos en los seminarios anteriores sobre la clínica de los nudos.

Numerosos temas surgen en relación con estos intereses, por nombrar solo algunos fundamentales:

la cuestión de una clínica continuista frente a la clínica estructural, la función de la obra escrita, sus posibilidades e incluso la necesidad de la misma para lograr una cierta estabilidad psíquica del autor y en una formulación más amplia abre la reflexión sobre la clínica de las invenciones singulares en la economía subjetiva.

Lacan venía insistiendo en que la función del padre -puede ser sustituida por otros nombres, por ejemplo por el síntoma- es un obturador de la falta más radical: la de la proporción/relación sexual. A su vez en diversos Seminarios afirmaba lo que hay: Hay Uno.

Finalmente en una intervención de apoyo a la enseñanza del psicoanálisis en la universidad que Miller recupera, 20 Miller, J.-A., Todo el mundo es loco, caps. XVI y XVII, Paidós, Buenos Aires, 2015. Lacan hacía extensivo ese modo de obturación bajo la fórmula “todo el mundo es loco, es decir, delira”, con la que equiparaba en cierta medida el fantasma que tapona el agujero de la imposible proporción/relación con el delirio, considerado como el intento de curación en la psicosis desde Freud.

Miller en esas páginas propone que Lacan relativizaba esa afirmación “todo el mundo es loco” -añadiendo a la fórmula “(si es que podemos usar semejante expresión)”. No puede ser una proposición lógicamente cierta, como la frase de Epiménides el mentiroso.

Sin embargo, iba más allá al poner en duda la lógica misma, al plantear que el saber mismo podría en tanto tal ser sólo un delirio. De hecho, la fórmula sobre el delirio en que lo definía como un S2, es decir, como un saber que trata de colmar el agujero del S1 solo, es en verdad la fórmula de todo saber. “Lo que hace de S2 el significante del saber es que es el significante que da sentido a un signo previo fuera del sentido”.21 Ibidem, p. 311. Justifica así que se le dé estatuto de delirio a todo saber.

Relacionaba de este modo el saber con una creencia, para el loco la creencia delirante, que no es un error. Es un modo de dar sentido al abismo del sinsentido. Nosotros, añadía, también compartimos ser devotos, creyentes. Lacan cuestionaba así al lógico que creía poder separar de manera estanca saber y creencia. Era el título de una obra del lógico Hintikka, Saber y creer,22 Hintikka, J., Saber y creer. Una introducción a la lógica de las dos nociones, Tecnos, Madrid, 1979. y Lacan contestaba “No nació quien logrará distinguir el saber y la creencia”.

El eco de esta doctrina lo encontramos en la frase de Lacan “No creer en el Nombre del Padre a condición de servirse de él”,23 Lacan, J., El seminario Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 133. Lacan decía: “Se puede prescindir del Nombre del Padre con la condición de utilizarlo”. que destaca que la metáfora paterna está arraigada en una creencia. Lo que las sociedades modernas muestran ya desde hace años: el deslizamiento desde la creencia en el padre hacia el escepticismo o más aún hacia el cinismo, “que no es más que la creencia en el goce, o por lo menos en el plus de goce”,24 Miller, J.-A., op. cit., p. 313. encarnado en esos objetos sin los cuales parece hoy en día imposible vivir.

Miller retorna a un texto de los Escritos, “Observación sobre el informe de Daniel Lagache”,25 Lacan, J., "Observación sobre el informe de Daniel Lagache", Escritos 2, Siglo XXI editores, Madrid, 1984, p. 645. para considerar la manera en que Lacan encaraba la teoría clásica del conocimiento -con uno de esos barridos geniales más allá de las diferencias- como una pretensión de que la relación entre el sujeto y el objeto fuese de armonía, de adecuación. En última instancia como un intento de hacer existir la relación sexual. Más allá de los matices que se puedan introducir, Lacan era radical respecto a que esta teoría del conocimiento es incompatible con la experiencia psicoanalítica.

Ponía del lado de la incompatibilidad tanto la fragmentación original de la combinatoria del inconsciente como la descomposición y el montaje de la pulsión.

No tratamos con naturalezas sino con máquinas, con las que no tenemos ninguna relación de connaturalidad, que en última instancia son máquinas significantes. Pero además está implicado también el Ello en su relación con el goce. Es decir que la ausencia del sujeto se produce en alguna parte del goce. Y para que se produzca es necesario que exista un lugar donde la ausencia del sujeto esté localizada.

Lacan eligió la metáfora para designar ese lugar: “es el redondel quemado en la maleza de las pulsiones”. Lo que formulado de una manera menos poética se puede decir: “Es la estructura de este lugar la que exige que el nada esté en el principio de la creación.”26 Ibidem, p. 646. Miller lo aclara diciendo: “Lo que se desprende de este texto es que allí donde en el goce, en la maleza del goce, hay un lugar vaciado, allí se puede inscribir el sujeto del significante.”27 Miller, J.-A., op. cit., p. 322.

Podríamos, si tuviéramos más espacio, considerar cómo reformuló Lacan esta cuestión en Seminarios posteriores, por ejemplo, en el Seminario 19, … o peor, en términos de represión original o inscripción del significante solo, S1, el Uno de la existencia, y su relación con lalangue primordial respecto del lenguaje.

En relación a lo que Joyce nos enseña, podemos decir que el sinthome funciona como cuarto anillo necesario para que el nudo fallido o el lapsus del nudo, al faltar la función de nominación del padre, se realice. Mediante la hazaña de la auto-nominación, una especie de autoengendramiento de Joyce a través de su arte, al que Lacan no dudaba en calificar como arte-facto. Así mismo calificaba a Joyce, como él mismo lo hacía, como artesano -al subrayar que su “saber hacer” le había permitido reparar el lapsus. Subrayando así la función de suplencia de las invenciones singulares. Cuando Lacan formulaba “Joyce el síntoma” no estaba designando una patología sino una solución.

También nos enseña que la invención se puede encontrar o hacer en un análisis o como en el caso de Joyce se puede fabricar sin un psicoanálisis. Lacan recordaba que a Joyce se le había ofrecido un psicoanálisis -que no aceptó- y decía: Nada hubiese ganado con ello, puesto que él fue “directo a lo mejor que se puede esperar del psicoanálisis en su fin.”28 Lacan, J., “Lituratierra”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 19.

 

(*) Lacan decía que Joyce se identificaba a l'individual (lo escribe en bastardilla para subrayar que el término está en inglés y se traduce como un caso singular, especial, original). "Joyce el Síntoma", El seminario Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p.165.

  1. Lacan, J., “Homenaje a Marguerite Duras”, Intervenciones y Textos 2, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1988, pp. 65-66.
  2. Lacan, J., "Joyce el Síntoma", Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 591-598.
  3. Beckett, S., “Dante … Bruno. Vico …Joyce”, Our Exagmination Round his Factification for Incamination of Work in Progress, Shakespeare and Company, París, 1929 y Faber and Faber, London, 1929.
  4. Miller, J.-A., Piezas sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 47.
  5. Lacan, J., El seminario Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 73.
  6. Miller, J.-A., Todo el mundo es loco, caps. XVI y XVII, Paidós, Buenos Aires, 2015.
  7. Ibidem, p. 311.
  8. Hintikka, J., Saber y creer. Una introducción a la lógica de las dos nociones, Tecnos, Madrid, 1979.
  9. Lacan, J., El seminario Libro 23, El sinthome, op. cit., p. 133. Lacan decía: “Se puede prescindir del Nombre del Padre con la condición de utilizarlo”.
  10. Miller, J.-A., op. cit., p. 313.
  11. Lacan, J., "Observación sobre el informe de Daniel Lagache", Escritos 2, Siglo XXI editores, Madrid, 1984, p. 645.
  12. Ibidem, p. 646.
  13. Miller, J.-A., op. cit., p. 322.
  14. Lacan, J., “Lituratierra”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012. p. 19.