TEXTOS DE ORIENTACIÓN

Del mundo y su a-mundo

Vicente Palomera

 

A la pregunta formulada en una conferencia de prensa mantenida en Roma, el 29 de octubre de 19741Cf. Lacan, J., “Gobernar, educar, psicoanalizar”, El triunfo de la religión, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 76-7.,Jacques Lacan responde: “El psicoanálisis se ocupa muy especialmente de lo que no anda bien. Por eso, se ocupa de esa cosa que conviene llamar por su nombre –debo decir que hasta ahora soy el único que la llamó con este nombre–… lo real. Es la diferencia entre lo que anda y lo que no anda: lo que anda es el mundo, y lo real es lo que no anda. El mundo marcha, gira en redondo, es su función de mundo”.

Lo real no es el mundo y, en el país de Dante (“lasciate ogni speranza voi che entrate”) Lacan declara: “no hay (…) esperanza de alcanzar lo real por la representación.2Lacan, J., “La tercera”, Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1984, p. 82. Si el mundo es lo que anda, es decir, sigue las leyes (lo que da la idea de lo real de la ciencia), decir que “lo real es lo que no anda” implica definir lo real como “lo que no tiene ley”. Por supuesto, Lacan habla de un real cuyo funcionamiento es distinto de la necesidad, habla de un real que nos remite al registro de lo contingente, ese es el real del que se ocupan lo analistas.

Pero, lo más interesante es el modo como Lacan prosigue: “para percibir que no hay mundo (…) basta destacar que hay cosas que hacen que el mundo sea inmundo, si me permiten expresarme de este modo”.3Lacan, J., “Gobernar, educar, psicoanalizar”, op. cit., p. 76.

Para entender lo real como “eso que no anda” tenemos que interrogar ese “no andar del mundo”. En efecto, ese “no anda” comienza cuando al mundo se le añade algo que lo hace “inmundo” y “esto se ocupan los analistas, de manera que, contrariamente a lo que se cree, se confrontan mucho más que los científicos. Solo se ocupan de eso. Están forzados a sufrirlo, es decir, a poner el pecho todo el tiempo. Para ello es necesario que estén extremadamente acorazados contra la angustia.”4Ibid., p. 76.

En ese estrecho pasaje del “mundo” a lo “inmundo” Lacan equivoca “inmonde” con “a-monde”, haciéndonos ver que cuando estos objetos a se añaden al mundo entonces el mundo deja de andar, esto es, “hacen que el mundo sea inmundo”.

Lacan recuerda, a continuación, algo que había desarrollado en su Seminario 10, en 1962-63, cuando introdujo el objeto de la angustia. En efecto, es precisamente en el Seminario 10 donde se aborda el objeto de la angustia a partir del fenómeno de lo siniestro freudiano, lo Unheimlich, del objeto fóbico y del objeto alucinado, es decir, hace la serie de las diferentes apariciones en el mundo de esos objetos extraños como ansiógenos.

Es pues ese resto, objeto a, el que, mediante algún rodeo, viene a manifestarse en el lugar previsto para la falta. Es la hipótesis sobre la paradoja de la aparición de un objeto extraño y ello debido a la irrupción del objeto que cristaliza la excitación pulsional, precisamente porque no se adecua a las leyes del campo visual. Objeto a-mundo porque no es orientable, porque tiene la misma estructura de la banda de Möbius, objeto cuya presencia introduce una falla de ubicación que es justamente el operador de la angustia.5Lacan, J., El seminario, libro 10, La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 72. Así, pues, cuando todos esos objetos aparecen donde no se los esperaba, cuando empiezan a tomar forma, cuando, ese objeto fóbico o alucinado se añade al mundo, será el momento en el que el sujeto tratará de reconstruirlo, de “sintomatizarlo” e incluirlo de la mejor manera posible.

Este objeto a no es el objeto del que la fenomenología habla, cuando esta razona que estamos en el mundo porque nuestro cuerpo es un objeto del mundo. El punto de partida de la fenomenología, el “ser en el mundo”, implica que uno está inmerso en este mundo de modo connatural, es decir, que en el mundo el sujeto se reconoce a sí mismo, y no percibe un mundo que le sería exterior. Vemos cómo esto llega a influir en un psicoanalista como Winnicott quien, al introducir el objeto transicional y los fenómenos transicionales, se refiere a la imagen del cuerpo como “the first not-me posesión”,6“La primera posesión “no-yo”, en Winnicott, D. W., “Objetos transicionales y fenómenos transicionales”, Realidad y juego, Granica, 1972, p. 18. la capacidad del niño para reconocer el objeto como “no yo” (“not-me”), el primer yo que no se posee, que a la vez es yo y no-yo. Si bien Lacan toma el objeto transicional como un antecedente del objeto a, precisa que el objeto a introduce un corte, una ruptura en el momento de añadirse al mundo. Esta es la objeción de Lacan a la corriente fenomenológica, considerando que el psicoanálisis no sólo explica cómo el mundo deja de ser mundo, sino que explica también qué sucede cuando en ese mundo aparece este determinado tipo de objeto que califica de objeto a.

Por tanto, si Lacan insiste en que los psicoanalistas se ocupan de un real distinto del de la ciencia, es debido a que tratan un real que implica la necesidad de la contingencia de lo que no anda, cuando diversos objetos van a agregarse al mundo como armas que limitan la expansión propia de lo imaginario. En el Seminario 23, Lacan señala que el objeto que llamé a no es, en efecto, más que un único y mismo objeto. Le apliqué el nombre de objeto debido a que el objeto es ob, obstáculo a la expansión de lo imaginario concéntrico, es decir, englobante”.7Lacan, J., El semianario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 83.

En realidad, para ilustrar la vanidad de toda con-naturalidad con el mundo, Lacan menciona las diversas formas que puede llegar a tomar el objeto (oral, anal, fálico, invocante, escópico), pues “en el mundo no hay nada más fuera de un objeto a, cagada o mirada, voz o pezón que hiende al sujeto y lo disfraza de desecho, desecho éste que le ex–siste al cuerpo”.8Lacan, J., “La tercera”, op. cit., p. 83.

Esto es lo que ya en el Seminario 10 menciona Lacan al hablar de que, "hay –primero– el mundo". Pero, ese mundo, ¿en qué consiste? Lo esencial de ese mundo es que está perdido, pues no hay subjetividad asociada a él. En segundo lugar, tenemos la escena a la que hacemos que suba este mundoLa puesta en escena es la dimensión propia de la historia. Es una escena que se construye con fragmentos, que todavía no vale como historia.

Todas las cosas del mundo entran en escena de acuerdo con las leyes del significante, leyes que no podemos de ningún modo considerar en principio homogéneas a las del mundo: “una vez que la escena prevalece, lo que ocurre es que el mundo entero se sube a ella, y recién a partir de ahí podemos llegar a preguntarnos cuánto le debe eso que llamamos "mundo" al comienzo, a lo que le viene de vuelta de dicha escena.” ¿Que es lo que le viene? Los restos de los mundos que se han ido sucediendo.9Cf. Lacan, J., El seminario, libro 10, La angustia, op. cit., p. 44.

 

  1. Cf. Lacan, J., “Gobernar, educar, psicoanalizar”, El triunfo de la religión, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 76-7.
  2. Lacan, J., “La tercera”, Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1984, p. 82.
  3. Lacan, J., “Gobernar, educar, psicoanalizar”, op. cit., p. 76.
  4. Ibid., p. 76.
  5. Lacan, J., El seminario, libro 10, La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 72.
  6. “La primera posesión “no-yo”, en Winnicott, D. W., “Objetos transicionales y fenómenos transicionales”, Realidad y juego, Granica, 1972, p. 18.
  7. Lacan, J., El seminario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 83.
  8. Lacan, J., “La tercera”, op. cit., p. 83.
  9. Cf. Lacan, J., El seminario, libro 10, La angustia, op. cit., p. 44.

 

 

A la pregunta formulada en una conferencia de prensa mantenida en Roma, el 29 de octubre de 197410Cf. Lacan, J., “Gobernar, educar, psicoanalizar”, El triunfo de la religión, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 76-7.,Jacques Lacan responde: “El psicoanálisis se ocupa muy especialmente de lo que no anda bien. Por eso, se ocupa de esa cosa que conviene llamar por su nombre –debo decir que hasta ahora soy el único que la llamó con este nombre–… lo real. Es la diferencia entre lo que anda y lo que no anda: lo que anda es el mundo, y lo real es lo que no anda. El mundo marcha, gira en redondo, es su función de mundo”.

Lo real no es el mundo y, en el país de Dante (“lasciate ogni speranza voi che entrate”) Lacan declara: “no hay (…) esperanza de alcanzar lo real por la representación.11Lacan, J., “La tercera”, Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1984, p. 82. Si el mundo es lo que anda, es decir, sigue las leyes (lo que da la idea de lo real de la ciencia), decir que “lo real es lo que no anda” implica definir lo real como “lo que no tiene ley”. Por supuesto, Lacan habla de un real cuyo funcionamiento es distinto de la necesidad, habla de un real que nos remite al registro de lo contingente, ese es el real del que se ocupan lo analistas.

Pero, lo más interesante es el modo como Lacan prosigue: “para percibir que no hay mundo (…) basta destacar que hay cosas que hacen que el mundo sea inmundo, si me permiten expresarme de este modo”.12Lacan, J., “Gobernar, educar, psicoanalizar”, op. cit., p. 76.

Para entender lo real como “eso que no anda” tenemos que interrogar ese “no andar del mundo”. En efecto, ese “no anda” comienza cuando al mundo se le añade algo que lo hace “inmundo” y “esto se ocupan los analistas, de manera que, contrariamente a lo que se cree, se confrontan mucho más que los científicos. Solo se ocupan de eso. Están forzados a sufrirlo, es decir, a poner el pecho todo el tiempo. Para ello es necesario que estén extremadamente acorazados contra la angustia.”13Ibid., p. 76.

En ese estrecho pasaje del “mundo” a lo “inmundo” Lacan equivoca “inmonde” con “a-monde”, haciéndonos ver que cuando estos objetos a se añaden al mundo entonces el mundo deja de andar, esto es, “hacen que el mundo sea inmundo”.

Lacan recuerda, a continuación, algo que había desarrollado en su Seminario 10, en 1962-63, cuando introdujo el objeto de la angustia. En efecto, es precisamente en el Seminario 10 donde se aborda el objeto de la angustia a partir del fenómeno de lo siniestro freudiano, lo Unheimlich, del objeto fóbico y del objeto alucinado, es decir, hace la serie de las diferentes apariciones en el mundo de esos objetos extraños como ansiógenos.

Es pues ese resto, objeto a, el que, mediante algún rodeo, viene a manifestarse en el lugar previsto para la falta. Es la hipótesis sobre la paradoja de la aparición de un objeto extraño y ello debido a la irrupción del objeto que cristaliza la excitación pulsional, precisamente porque no se adecua a las leyes del campo visual. Objeto a-mundo porque no es orientable, porque tiene la misma estructura de la banda de Möbius, objeto cuya presencia introduce una falla de ubicación que es justamente el operador de la angustia.14Lacan, J., El seminario, libro 10, La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 72. Así, pues, cuando todos esos objetos aparecen donde no se los esperaba, cuando empiezan a tomar forma, cuando, ese objeto fóbico o alucinado se añade al mundo, será el momento en el que el sujeto tratará de reconstruirlo, de “sintomatizarlo” e incluirlo de la mejor manera posible.

Este objeto a no es el objeto del que la fenomenología habla, cuando esta razona que estamos en el mundo porque nuestro cuerpo es un objeto del mundo. El punto de partida de la fenomenología, el “ser en el mundo”, implica que uno está inmerso en este mundo de modo connatural, es decir, que en el mundo el sujeto se reconoce a sí mismo, y no percibe un mundo que le sería exterior. Vemos cómo esto llega a influir en un psicoanalista como Winnicott quien, al introducir el objeto transicional y los fenómenos transicionales, se refiere a la imagen del cuerpo como “the first not-me posesión”,15“La primera posesión “no-yo”, en Winnicott, D. W., “Objetos transicionales y fenómenos transicionales”, Realidad y juego, Granica, 1972, p. 18. la capacidad del niño para reconocer el objeto como “no yo” (“not-me”), el primer yo que no se posee, que a la vez es yo y no-yo. Si bien Lacan toma el objeto transicional como un antecedente del objeto a, precisa que el objeto a introduce un corte, una ruptura en el momento de añadirse al mundo. Esta es la objeción de Lacan a la corriente fenomenológica, considerando que el psicoanálisis no sólo explica cómo el mundo deja de ser mundo, sino que explica también qué sucede cuando en ese mundo aparece este determinado tipo de objeto que califica de objeto a.

Por tanto, si Lacan insiste en que los psicoanalistas se ocupan de un real distinto del de la ciencia, es debido a que tratan un real que implica la necesidad de la contingencia de lo que no anda, cuando diversos objetos van a agregarse al mundo como armas que limitan la expansión propia de lo imaginario. En el Seminario 23, Lacan señala que el objeto que llamé a no es, en efecto, más que un único y mismo objeto. Le apliqué el nombre de objeto debido a que el objeto es ob, obstáculo a la expansión de lo imaginario concéntrico, es decir, englobante”.16Lacan, J., El semianario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 83.

En realidad, para ilustrar la vanidad de toda con-naturalidad con el mundo, Lacan menciona las diversas formas que puede llegar a tomar el objeto (oral, anal, fálico, invocante, escópico), pues “en el mundo no hay nada más fuera de un objeto a, cagada o mirada, voz o pezón que hiende al sujeto y lo disfraza de desecho, desecho éste que le ex–siste al cuerpo”.17Lacan, J., “La tercera”, op. cit., p. 83.

Esto es lo que ya en el Seminario 10 menciona Lacan al hablar de que, "hay –primero– el mundo". Pero, ese mundo, ¿en qué consiste? Lo esencial de ese mundo es que está perdido, pues no hay subjetividad asociada a él. En segundo lugar, tenemos la escena a la que hacemos que suba este mundoLa puesta en escena es la dimensión propia de la historia. Es una escena que se construye con fragmentos, que todavía no vale como historia.

Todas las cosas del mundo entran en escena de acuerdo con las leyes del significante, leyes que no podemos de ningún modo considerar en principio homogéneas a las del mundo: “una vez que la escena prevalece, lo que ocurre es que el mundo entero se sube a ella, y recién a partir de ahí podemos llegar a preguntarnos cuánto le debe eso que llamamos "mundo" al comienzo, a lo que le viene de vuelta de dicha escena.” ¿Que es lo que le viene? Los restos de los mundos que se han ido sucediendo.18Cf. Lacan, J., El seminario, libro 10, La angustia, op. cit., p. 44.

 

  1. Cf. Lacan, J., “Gobernar, educar, psicoanalizar”, El triunfo de la religión, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 76-7.
  2. Lacan, J., “La tercera”, Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1984, p. 82.
  3. Lacan, J., “Gobernar, educar, psicoanalizar”, op. cit., p. 76.
  4. Ibid., p. 76.
  5. Lacan, J., El seminario, libro 10, La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 72.
  6. “La primera posesión “no-yo”, en Winnicott, D. W., “Objetos transicionales y fenómenos transicionales”, Realidad y juego, Granica, 1972, p. 18.
  7. Lacan, J., El seminario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 83.
  8. Lacan, J., “La tercera”, op. cit., p. 83.
  9. Cf. Lacan, J., El seminario, libro 10, La angustia, op. cit., p. 44.