Resonancia Diana Padrón

Investigadora y comisaria independiente. Forma parte del grupo de investigación Art globalization interculturality.

En más de una ocasión he imaginado mi trabajo como curadora (o comisaria de arte) como un trabajo cercano al analista, no sólo por la evidente connotación de «cura», sino por esa necesaria disposición hacia la escucha, lo que posteriormente implica un proceso de interpretación, tanto de las inquietudes de los artistas como de las propias obras. Pero es cierto que desde hace unos años asistimos a la sospecha, cada vez más extendida, hacia la figura del curador. Tal vez, determinados «curators» del «star system» del arte hayan contribuido a asentar la imagen de poder, elitista y autoritaria del curador que actúa casi como un broker de las finanzas mercadeando con contactos y utilizando las obras de los artistas como meras ilustraciones de su discurso. Pero también creo que, en dicha desconfianza, ha jugado un papel importante el mito posmoderno de la autosuficiencia que se resumen en el slogan: Do it yourself. Cada vez son más los artistas que no quieren someterse al criterio de selección y la mediación (entre su obra, el museo y los públicos) de un curador, lo que a menudo se resuelve en una exposición donde se muestra, ya no una obra acabada, sino «un proceso» de trabajo. Desde luego, la decisión de que una obra ha sido acabada supone un acto creativo y una forma de responsabilidad y compromiso con el espectador. A su vez, a muchos de los artistas contemporáneos se les insta (convocatorias, becas, subvenciones…) a que sean ellos mismos los que se autointerpreten a través del llamado «statement» del artista, lo que en algunos casos les lleva a rechazar la interpretación que pueda hacer la figura «externa» de un curador.