Sumisión a lo real

El miedo a la locura es uno de los miedos ancestrales que amenazan a los seres humanos; sin embargo, tanto en Freud como en Lacan, lo que encontramos es una forma de tratarla más próximo al elogio, si tenemos en cuenta la orientación que nos proponen de pensarla como una necesidad de creación, que deriva de una insuficiencia vital a la que responde una fecundidad psíquica1Lacan, J., “Más allá del Principio de realidad”, Escritos 1, S. XXI, México, p. 83..

La pregunta que plantea Rosa López en su texto de orientación del eje “Ficciones, delirios y discursos”2López, R., Texto para las XXI Jornadas de la ELP, Ejes de trabajo: “Ficción, discursos y delirios”., me parece muy interesante pensarla en relación al título de las Jornadas: Todo el mundo está en su mundo. Dice Rosa López que “Freud situó en el centro de su investigación la cuestión de cómo el sujeto, inmerso en su mundo y en su goce autoerótico, puede abandonar parcialmente esta posición para dirigir su libido al mundo exterior”.

“Parcialmente” me parece una forma acertada de plantearlo porque siguiendo a Freud “el principio de placer nunca es destronado del todo por el de realidad, sino que le sirve para su aseguramiento”3Freud, S., “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”, Obras Completas vol. XII, Amorrortu, Buenos Aires, p. 228.. Es como decir que es sólo a partir del “su mundo” como el sujeto puede alcanzar a leer el “todo el mundo”. Quizás entonces no se trata de dos mundos, sino que el lenguaje es el único mundo al que el sujeto tiene acceso; por eso el poeta, entendido como “creador literario” se nos adelanta no sólo a los psicoanalistas, también a la ciencia.

La ciencia siempre ha estado en algún lugar de referencia para el psicoanálisis, Lacan la piensa como uno de sus cuatro discursos para localizar en su lugar una manera de concebir el saber.

Es en el trabajo que Freud realiza sobre la novela de Wilhelm Jensen El delirio y los sueños en la Gradiva donde he encontrado cómo, de una manera creativa, se articulan estos tres ejes: una ficción, el delirio que la sostiene y el discurso que avala una y otro.

No haré un spoiler de este trabajo, que animo a mis colegas a leer o releer, pero es sorprendente encontrar un Freud que está allí en un ir y venir, intentado un diálogo entre el científico y el escritor. Convencido de que “los poetas son unos aliados valiosísimos y su testimonio ha de estimarse en mucho, pues suelen saber de una multitud de cosas entre el cielo y la tierra con cuya existencia ni sueña nuestra sabiduría académica” quiere saber si “el relato del poeta resiste la prueba de la ciencia” y lo que concluye es que “es la ciencia la que no resiste el logro del poeta”4Freud, S., “El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen”, Obras Completas vol. IX, Amorrortu, Buenos Aires, p. 45. y continúa su interrogación queriendo saber si “estaría sólo el poeta contra la ciencia entera” respondiendo con un contundente “No, eso no” sosteniendo y defendiendo claramente su lugar y su derecho a ser incluido en la ciencia como autor de su teoría sobre los sueños. Freud no desdeña el papel de la ciencia, le da el lugar que le corresponde en la escena; pero en el análisis que hace de la novela sigue al pie de la letra el rastro de la huella de lo femenino y así puede demostrar que es entrando en el delirio, no para contradecirlo sino para liberarlo, como puede obtenerse la cura.

Muy tempranamente descubre Lacan este lazo entre la locura y la creación, lo explica en su Escrito “De nuestros antecedentes”. Nos enteramos ahí de cómo “desembocó” en Freud y como “singularmente” se vio “conducido” por la “fidelidad de la envoltura formal del síntoma” donde encontró “la verdadera huella clínica” a la que le tomó “gusto” y que le “llevó a ese límite en que se invierte en efectos de creación”. Descubrimos también ahí como su tesis sobre el caso Aimée produjo “efectos literarios” que fueron recogidos por el poeta Paul Eluard bajo la rúbrica de “poesía involuntaria”5Lacan, J., “De nuestros antecedentes”, Escritos I, S. XXI, México, p. 60..

Lo que Lacan destaca en lo que llamó “la revolución del método freudiano” es que “el primer signo de esa actitud de sumisión a lo real que aparece en Freud, consistió en reconocer que, en vista de que la mayoría de los fenómenos psíquicos en el hombre se relaciona, aparentemente, con una función de relación social, no hay motivo para excluir la vía que debido a ello abre el acceso más común, o sea, el testimonio que acerca de tales fenómenos da el sujeto mismo”6Lacan, J., “Más allá del principio de realidad”, op. cit., p.74..

Apreciamos que el discurso de la ciencia está en este momento orientado por lo neuro y la tendencia delirante de que todos los fenómenos psíquicos pueden ser localizados en el cerebro. El cerebro, ese órgano con el que se puede hacer ficción y construir bellos delirios, puede adquirir una dimensión que ni la ciencia sospecha pero que no escapa a la agudeza de una niña de 5 años quien, ante el enfado de su madre por algo que la niña ha hecho mal, le responde: no he sido yo, ha sido mi cerebro.

 

  • 1
    Lacan, J., “Más allá del Principio de realidad”, Escritos 1, S. XXI, México, p. 83.
  • 2
    López, R., Texto para las XXI Jornadas de la ELP, Ejes de trabajo: “Ficción, discursos y delirios”.
  • 3
    Freud, S., “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”, Obras Completas vol. XII, Amorrortu, Buenos Aires, p. 228.
  • 4
    Freud, S., “El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen”, Obras Completas vol. IX, Amorrortu, Buenos Aires, p. 45.
  • 5
    Lacan, J., “De nuestros antecedentes”, Escritos I, S. XXI, México, p. 60.
  • 6
    Lacan, J., “Más allá del principio de realidad”, op. cit., p.74.