Mundos paralelos

Hace unos días en mi barrio una mujer deliraba alucinada. Tumbada sobre la acera una indigente desvariaba y blasfemaba mientras los peatones temerosos se apartaban de ella. De vez en cuando vociferaba lanzando con violencia, improperios y maldiciones hacia una presencia para el transeúnte invisible, pero que ella percibía con odio y temor. La mujer alucinada y delirante alarmó al barrio durante casi una semana y después desapareció. Tal vez los servicios de emergencia la recogieron tras recibir numerosos llamados de los vecinos de la zona. Este episodio real acaecido hace unos días en un barrio de Barcelona me lleva a tomar la afirmación “todo el mundo está en su mundo” por el lado del delirio en la psicosis.

Muchos años atrás a punto de comenzar a trabajar en un gran psiquiátrico situado en una localidad vecina a Barcelona, En el control se me dijo “Tenga en cuenta que la psicosis es otro mundo, muy diferente al nuestro.” A los pocos meses, y trabajando como psicólogo de una unidad de ingresos prolongados, lo pude comprobar. El alucinado se separa del “mundo” para pasar a otro, al mundo alucinado. Es lo que ocurre con el sueño, el soñante aparece como ejemplo de esa búsqueda de placer, ya que se separa de la realidad para seguir gozando en un “mundo alucinado”. Para Freud fue un tema de investigación importante el pase del mundo alucinatorio de la satisfacción primaria a lo que denominaba “principio de realidad”. En su texto “Los dos principios del suceder psíquico” se puede inferir que lo psíquico se orienta hacia la satisfacción alucinatoria y no a la realidad. Se orienta para la obtención de goce y no de una adecuación a la realidad. Esta orientación primaria del aparato psíquico plantea la pregunta de cómo es posible pasar del mundo alucinatorio al “principio de realidad”. La respuesta para que se produzca este cambio está en la vía que conduce del goce a la castración.

Tomemos ahora un ejemplo literario, que nos plantea un sueño paradójico en el sentido que hace retornar a su protagonista a la realidad, arrancándolo de su delirio.

Don Quijote, el inmortal personaje de Cervantes, inventa con su delirio otra realidad, otro mundo en donde habitan las doncellas, los héroes y los villanos de las novelas de caballería que ha leído con fruición y en el que él realiza hazañas y aventuras. Durante el desarrollo de la historia vemos como otros personajes simulan vivir en ese mundo fantástico.

Es en el último capítulo de la novela en la cual Don Quijote recupera la razón saliendo de “su mundo ilusorio”. Cervantes se vale de un sueño del que no sabemos nada de su contenido, pero sí que no fue breve, lo que ocurre después del mismo es que Don Quijote vuelve a “la cordura”.

“Yo tengo el juicio ya, libre y claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia, que sobre él pusieron mi amarga y, continua leyenda de los detestables libros de las caballerías. Ya conozco sus disparates y sus embelecos, y no me pesa, sino que este desengaño ha llegado tan tarde, que no me deja tiempo para hacer alguna recompensa, leyendo otros que sean luz del alma”1Cervantes Saavedra M., Don Quijote de la Mancha “Capítulo LXXIV, De cómo Don Quijote cayó malo y del testamento que hizo y su muerte”, EDAF, Madrid, 1968, p. 997..

Cervantes hace que la razón vuelva a Don Quijote ante la cercanía de la muerte: “Yo fui loco, y ya soy cuerdo, fui don Quijote de la Mancha, y soy ahora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno”2Ibid., p. 1000.. En términos literarios encontramos un ejemplo de cómo el delirio se desploma, el sueño de Don Quijote disuelve el delirio.

En su curso “Todo el mundo es loco” Jacques-Alain Miller recuerda, la definición del delirio como un biombo que en 1966 da Lacan en relación con el caso Aimée y de las consecuencias de su pasaje al acto. La agresión al personaje eminente de su historia hace caer al delirio que llega en dicho acto a su culminación.

Este episodio pone en evidencia la función del significante del delirio y de la política del analista en el tratamiento del delirante. Ella debe apuntar a reducir al delirio y no a alimentarlo”.

Como afirma Jacques-Alain Miller en su curso: “Pensamos que podemos actuar sobre el significante del delirio, es decir, lo sustituimos, lo atacamos, lo tratamos de reducir a cierto saber arreglárselas con la perplejidad a la vez inicial y constante”3Miller, J.-A. Todo el mundo es loco, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2015, p. 308..

 

  • 1
    Cervantes Saavedra M., Don Quijote de la Mancha “Capítulo LXXIV, De cómo Don Quijote cayó malo y del testamento que hizo y su muerte”, EDAF, Madrid, 1968, p. 997.
  • 2
    Ibid., p. 1000.
  • 3
    Miller, J.-A. Todo el mundo es loco, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2015, p. 308.