El mundo Hire y el mundo Finn

Enrique Vila Matas ha descrito con gran ingenio dos mundos diferenciados, dos modos de estar habitado por el lenguaje. Por un lado, un mundo realista, el de la novela que refleja con imágenes, escenarios y tramas los caracteres psicológicos de los personajes. De otro lado, la novela experimental o de vanguardia, “el arte auténtico –escribe Vila-Matas– que no trata sobre algo, sobre las cosas, sino qué es la cosa”.

El ensayo de Vila Matas se titula Chet Baker piensa en su arte1Vila Matas, E., Chet Baker piensa en su arte, Debolsillo, Barcelona, 2011. y se refiere a dos linajes literarios contrapuestos, a dos dimensiones del decir, la del mundo Hire y la del mundo Finn: “Nos tranquiliza la simple secuencia, la ilusoria sucesión de hechos. Sin embargo, hay una gran divergencia entre una confortable narración y la realidad brutal del mundo”. El primero, el mundo Hire, cómodo como un hogar que invita a los visitantes a protegerse. A la inversa, el mundo Finn, es un espacio de no narratividad, lugar más bien inhóspito, que se configura con letras a la intemperie sobre “la realidad brutal del mundo”.

Hay un claro divorcio entre ambas dicho-mansiones, entre la confortable narración de algo y esa realidad no narrativa del mundo actual.

Vila Matas se refiere a la narrativa Hire, una forma inspirada en la novela de George Simenon, La prometida de Monsieur Hire, representante de una literatura legible, de fácil y amable acceso. Por su parte, los Finn –extremo de lo ilegible y la dificultad– viven en otro mundo, formando parte del colectivo de seguidores del Finnegans Wake de James Joyce.

Vila-Matas finalmente toma partido por uno de los dos mundos: “si quisiera ser alegremente ilegible del todo elegiría únicamente la vía Finnegans y prescindiría de cualquier protocolo ni concesión al lado Hire”.

En una editorial de la revista argentina Exordio titulado “La fugaz colección de ilegibles”2Maza, C., Exordio, 10, Córdoba, mayo 2019, p. 3-5. César Mazza remite el comentario de Vila Matas a lo que Jacques-Alain Miller señala en su Curso, de 1983 Del síntoma y fantasma3Miller, J.-A., Del síntoma al fantasma. Y retorno. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2018, p. 28. sobre la diferencia entre los textos legibles y los ilegibles en los escritos de Jacques Lacan. Al referirse a las obras literarias tomadas por Lacan menciona El Seminario sobre La carta robada entre los primeros, y a Joyce el síntoma entre los segundos. Igualmente, su escrito Kant con Sade, texto ilegible marcado por el peso del objeto a, donde la obra del Marqués de Sade, marcada por la adhesividad del fantasma, es refractaria a una lectura fácil. Por su lado, el escrito sobre Joyce se abandona al goce puro del significante. Luego, Miller declara que los ilegibles de Lacan se pueden incluir en una colección por crear4Miller, J.-A., Ibidem..

Hay que recordar que Lacan señala claramente que el lector puede sentir cómo Joyce gozaba al escribir Finnegans Wake (“Que Joyce ait joui décrire Finnegans Wake, ça se sent”)5Lacan, J., Autres écrits, Seuil, Paris, 2001, p. 570. Otros escritos, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2012, p.596. y que el hecho de haberse decidido a publicarlo, deja pasmada a toda la literatura.

Aspirando a que su obra fuera imborrable durante 300 años, Lacan señala que Joyce se dirige a… los universitarios y se pregunta por la extraña connivencia entre Joyce y los universitarios a quienes se dirige. Porque el hecho es que Joyce no se dirige a los psicoanalistas, sino que toma el discurso universitario como destinatario, justamente uno que se caracteriza por excluir al sujeto del lugar de la verdad.

Lo interesante es el modo en el que Lacan se introduce en el idilio que Joyce mantiene con los universitarios, los destinatarios de su obra. En ningún momento Lacan busca interpretar el sentido de la obra de Joyce. Lo que le interesa a Lacan es interpretar su posición de goce, interesándose especialmente por los medios con los que obtiene el goce: el escabel.

La modalidad joyceana es hacerse un escabel: su escabel es el manejo de la letra fuera de sentido, pero hay que decir “si, fuera de sentido, pero no fuera de goce”, un goce singular que toma la forma de obra literaria dirigida al Otro del discurso de la universidad.

Por su parte, Lacan se sirve de Joyce para soltar la mano de Freud, del inconsciente freudiano (das Unbewusste), del síntoma de Freud para entrar en la Une-bevue, la “Una equivocación” y alcanzar el corte mismo, la hiancia del equívoco, la mansión de la letra fuera del sentido, la letra articulada con el goce. Separándose del sentido, reduciendo lo real del inconsciente a la Una-equivocación sólo queda “saber hacer” con lo no interpretable, en definitiva, saber hacer con el mundo Finn.

Y eso… no tiene fin.

 

  • 1
    Vila Matas, E., Chet Baker piensa en su arte, Debolsillo, Barcelona, 2011.
  • 2
    Maza, C., Exordio, 10, Córdoba, mayo 2019, p. 3-5.
  • 3
    Miller, J.-A., Del síntoma al fantasma. Y retorno. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2018, p. 28.
  • 4
    Miller, J.-A., Ibidem.
  • 5
    Lacan, J., Autres écrits, Seuil, Paris, 2001, p. 570. Otros escritos, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2012, p.596.