Comentario sobre “la moderna imagen del mundo”, según M. Heidegger

“Como sujeto representador, el hombre fantasea, es decir, se mueve en la imaginatio, en la medida en que su capacidad de representación imagina lo ente como aquello objetivo dentro del mundo como imagen.”

El mundo, un mundo –para resaltar la palabra que aparece dos veces en el título de las jornadas de la ELP– es algo que se constituye, Heidegger nos explica en este pequeño pero brillante texto de 1938, esencialmente por medio de la representación. La representación que un sujeto opera sobre un objeto. Desde Descartes, esta operación determina lo que Heidegger llama “la moderna imagen del mundo”. De forma muy importante, esto no significa “una imagen del mundo, sino concebir el mundo como imagen”: como “Weltbild”. Bild es precisamente la palabra que Lacan utiliza para hablar de la imagen especular. Y la Weltbild moderna, Heidegger prosigue, instaura el mundo de los entes en su “totalidad”, su “sistema”. “El fenómeno fundamental de la Edad Moderna”, en este sentido absolutamente distinto del pensamiento griego o medieval, concluye, “es la conquista del mundo como imagen”; y, en la época moderna, “la posición fundamental del hombre frente a lo ente […] se determina como visión del mundo (Weltanschauung).”

Freud, en última instancia, y Lacan de forma mucho más definitiva, se separan de esta visión, y es en esta línea que Jacques-Alain Miller comenta el texto de Heidegger en la lección del 26 de enero de su último curso, El Uno todo solo (publicado en Freudiana 74, pp. 7-22). “El término representación es un término capital en Freud”, nos dice, “habla en efecto de la Vorstellung inconsciente. A pesar de todo cuanto Lacan se esforzó en demostrar, resulta difícil borrar que, para Freud, el inconsciente está tejido de representaciones inconscientes.” De hecho, cuando Heidegger habla del sujeto moderno de la representación, se refiere a la noción aristotélica del “hupokeímenon”, el “subjectum”, lo subyacente; una noción que Lacan radicalmente transforma en el Seminario 17 (pp. 11 y 50), vaciándola como pura suposición de cualquier esencia, para introducir, por primera vez en la época moderna identificada por Heidegger, una concepción enteramente nueva de la representación: un significante representa a un sujeto para otro significante; y produce, como efecto de esta operación, el objeto como resto.

Es a partir de allí, podemos decir, –y a partir de la elevación de este objeto a su posición de agente en el discurso analítico– que el mundo se convierte en inmundo, o como dice Miller en la lección mencionada, “nos acercamos adonde estamos con Freud y el psicoanálisis a partir del momento en que la conexión […] entre el orden de la representación y lo real se rompe.” “En la época de la representación, se vuelve necesariamente perentoria la pregunta: ¿acaso todo es solo sueño, pesadilla?”

En otras palabras, ¿todo el mundo está en su mundo?

Heidegger, M., “La época de la imagen del mundo”, Caminos de bosque, Madrid, Alianza, 1998, pp. 63-90.