Cita de “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, de Jacques Lacan

Tua res agitur

“Es esta imagen [especular], yo ideal, la que se fija desde el punto en que el sujeto se detiene como ideal del yo. El yo es desde ese momento función de dominio, juego de prestancia, rivalidad constituida. En la captura que experimenta de su naturaleza imaginaria, enmascara su duplicidad, a saber, que en la conciencia en la que se asegura una existencia innegable no le es en absoluto inmanente, sino trascendente puesto que se apoya en el trazo unario del ideal del yo. Por lo cual el ego trascendental mismo se encuentra relativizado, implicado como lo está en el desconocimiento en que se inauguran las identificaciones del yo”.

Lacan, J., “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” (1960), Escritos 2, Ed. Siglo XXI, México, 1997, pp. 788-789.

Tomo prestado el título de una alusión a Horacio que podemos encontrar en el mismo texto del que está sacada la cita, alusión con la que, en ese momento de su enseñanza, Lacan destaca que la cuestión del sujeto se juega en el discurso del Otro (de Alio in oratione), Otro al que el sujeto dirige su demanda1Se puede leer un excelente comentario de Graciela do Pico sobre esta cita de Horacio aquí..

En la cita vemos que Lacan, al igual que Hegel planteaba para la conciencia desgraciada una diferencia entre el ser-en-sí y el ser-para-sí2Cf. Hegel, G.W.F., “Libertad de la autoconciencia: estoicismo, escepticismo y conciencia desgraciada”, Fenomenología del espíritu, Ed Pre-textos, Valencia, 2006., plantea una diferencia entre la captura imaginaria del yo, especialmente a partir del rasgo unario que el yo capta en el otro, en el semejante y alrededor del cual el yo va a construir sus identificaciones para singularizarse, para nombrarse como siendo en ese su mundo, y el ego, al que denomina trascendental, es decir, más allá del yo, dependiente en este momento de su enseñanza del deseo como deseo del Otro. Pero ¿se puede pensar, al igual que hacía Hegel, una relación dialéctica entre ambas instancias, yo y ego, para pensar en la construcción de ese “su mundo” por parte del sujeto?

Evidentemente no, porque, entre otros argumentos, si para Hegel el deseo suprime la diferencia entre el Ser y su mundo3Ibid., p. 278., para Lacan este deseo divide al sujeto entre el ser que dice ser cuando se nombra como “yo” y el ser que desea ser a partir de su rasgo unario, a partir, por tanto, de una pérdida que le es originaria. Así, poco antes de la cita que he destacado, Lacan, hablando de la sumisión del sujeto al circuito significante dice que “a falta de un acto en el que encontrase su certidumbre (este circuito significante) no remite sino a su propia anticipación en la composición del significante, en sí misma insignificante”4Lacan, J., “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” (1960), Escritos 2, Ed. Siglo XXI, México, 1997, p. 786..

¿De qué acto se trata? En la progresión de la construcción del grafo del deseo, cuando el Otro plantea al sujeto la pregunta “Che vuoi?”5Ibid, p. 794: “Por eso la cuestión de el Otro que regresa al sujeto desde el lugar de donde espera un oráculo, bajo la etiqueta de un Che vuoi? ¿qué quieres?, es la que conduce mejor al camino de un propio deseo, si se pone a reanudar, gracias al savoir-faire de un compañero llamado psicoanalista, aunque fuese sin saberlo bien, en el sentido de un: ¿Qué me quiere?”., Lacan traza dos arcos, el inferior como cierre de este circuito imaginario y el superior que contiene el punto en el que “toda cadena significante se honra en cerrar el círculo de su significación”6Ibid, p. 798..

En estos arcos Lacan localiza tanto el deseo, que sitúa en el punto en el que la demanda que el sujeto dirige al Otro, (S/  ◊D), se separa de la necesidad7Ibid, 793: “El deseo se esboza en el margen donde la demanda se desgarra de la necesidad: margen que es el de la demanda, cuyo llamado no puede ser incondicional sino dirigido al Otro, abre la forma de la falla posible que puede aportarle la necesidad, por no tener satisfacción universal (lo que suele llamarse: angustia)”., y el fantasma (S/  ◊a), que podríamos pensar como el escenario en el que el sujeto, dividido por su deseo, piensa poder alcanzar ese objeto pulsional que no tiene imagen especular8Cf., Ibid., p. 798..

Es, por tanto, el deseo el que descompleta a ese Otro y produce un significante de la falta en el Otro “por el cual todos los significantes representan al sujeto significante impronunciable, aunque “no su operación, pues esta es lo que se produce cada vez que un nombre propio es pronunciado”9Ibid..

Este significante, escrito aquí como , es, dice Lacan, “lo que le falta al sujeto para pensarse agotado en su cogito”10Ibid., lo que podemos pensar como un Real que insiste.

A partir de aquí Lacan planteará el placer (Lust) como límite a ese goce infinito, a este goce que insiste.

Es decir, y por abreviar, que si nos ceñimos a este momento de la enseñanza de Lacan no podemos pensar al sujeto neurótico en “su mundo” sin “su síntoma”. De lo contrario nos veríamos forzados a pensar el mundo como imagen que el individuo contempla (Weltanschauung, que literalmente puede traducirse por “opinión (aiscesis) del mundo) y a este como sumido en lo que Heidegger llamaba en Ser y tiempo un vivir inauténtico11Cf., Heidegger, M., Ser y tiempo, Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1997, p. 12..

Es a esta tensión entre ambas posturas a la que entiendo que Lacan alude en este comentario final: “En el neurótico el (-φ) se desliza bajo la S/   del fantasma favoreciendo la imaginación que le es propia, la del yo. Pues la castración imaginaria el neurótico la ha sufrido en el punto de partida, es ella la que sostiene ese yo fuerte, que es el suyo, tan fuerte, puede decirse, que su nombre propio lo importuna, el neurótico es en el fondo un Sin-nombre”12Lacan, J., “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, Op. cit., p. 806..

 

  • 1
    Se puede leer un excelente comentario de Graciela do Pico sobre esta cita de Horacio aquí.
  • 2
    Cf. Hegel, G.W.F., “Libertad de la autoconciencia: estoicismo, escepticismo y conciencia desgraciada”, Fenomenología del espíritu, Ed Pre-textos, Valencia, 2006.
  • 3
    Ibid., p. 278.
  • 4
    Lacan, J., “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” (1960), Escritos 2, Ed. Siglo XXI, México, 1997, p. 786.
  • 5
    Ibid, p. 794: “Por eso la cuestión de el Otro que regresa al sujeto desde el lugar de donde espera un oráculo, bajo la etiqueta de un Che vuoi? ¿qué quieres?, es la que conduce mejor al camino de un propio deseo, si se pone a reanudar, gracias al savoir-faire de un compañero llamado psicoanalista, aunque fuese sin saberlo bien, en el sentido de un: ¿Qué me quiere?”.
  • 6
    Ibid, p. 798.
  • 7
    Ibid, 793: “El deseo se esboza en el margen donde la demanda se desgarra de la necesidad: margen que es el de la demanda, cuyo llamado no puede ser incondicional sino dirigido al Otro, abre la forma de la falla posible que puede aportarle la necesidad, por no tener satisfacción universal (lo que suele llamarse: angustia)”.
  • 8
    Cf., Ibid., p. 798.
  • 9
    Ibid.
  • 10
    Ibid.
  • 11
    Cf., Heidegger, M., Ser y tiempo, Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1997, p. 12.
  • 12
    Lacan, J., “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, Op. cit., p. 806.