Cita de “El poeta y los sueños diurnos”, de S. Freud

“Los profanos sentimos desde siempre vivísima curiosidad por saber de dónde el poeta, personalidad singularísima, extrae sus temas (…) en el sentido de la pregunta que aquel cardenal dirigió a Ariosto”

Freud, S “El poeta y los sueños diurnos”, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, p.1343

A la pregunta de un cardenal al escritor Ariosto “Señor Ludovico ¿de dónde ha sacado usted tantas bagatelas?” es a lo que Freud quiere responder. Le interesa esa pregunta porque se adelanta a lo que él mismo dice como psicoanalista. La singularidad del poeta puede estar en cada hombre.

El poeta hace lo mismo que el niño, crea un mundo fantástico que le procura placer. De adulto, en lugar de jugar, fantasea y oculta sus fantasías pueriles por vergüenza, cosa que el niño no hace con el juego a ser mayor.

Sólo los neuróticos que sufren confiesan sus fantasías a los psicoanalistas o al médico. Los hombres felices no fantasean, sí los insatisfechos para los que cada fantasía es una satisfacción de deseos, una rectificación de la realidad insatisfecha. Freud relaciona esas fantasías con el tiempo presente, pretérito y futuro que nos evoca los tres tiempos lógicos de Lacan: Instante de la mirada, tiempo para comprender, momento de concluir. Pretérito, presente y futuro aparecen como engarzados en el hilo del deseo que pasa a través de ellos. El deseo utiliza una ocasión del presente para proyectar, conforme al deseo del pasado, una imagen del porvenir, dice Freud. Las fantasías son estadios psíquicos preliminares de los síntomas de los que se quejan los pacientes.

¿Se puede comparar al poeta con el hombre que sueña despierto? Se pregunta Freud. Y ahí hace una diferencia entre los poetas que utilizan los temas de los trágicos o épicos de la antigüedad y los que crean poemas libremente, que atraen más lectores porque, si en un libro hay una caída del héroe, después se levanta, si se hunde su barco habrá un milagroso salvamento, presenta al héroe de todos los ensueños: su majestad el yo. Lo importante es la creación poética en este caso que, del síntoma unido a su fantasma, crea lo que Lacan llama un sinthome con el que se satisface. El verdadero goce de la obra poética procede de la descarga de tensiones dadas en nuestra alma, dice Freud. Es por ahí donde se puede hablar del sinthome.

La poesía y el sueño diurno son el sustituto de los juegos infantiles, tan curativos como el poema. Lacan dice de sí que no es un poeta sino un poema con el que se arregla1Lacan, J., “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”, Otros Escritos, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2012, p.600.

Para que un analizante llegue a ese punto debe hacer un esfuerzo de poesía2Cf. J.-A. Miller, Un esfuerzo de poesía, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2016., un decir del que el analista acuse recibo. El analista no acusa ni juzga, solo acusa recibo del decir del que el analizante puede dar cuenta en el pase, como un esfuerzo más de poesía. La poesía es el uso del significante con fines de goce y no de significación. Un significante nuevo, sin sentido, para el que hace falta un nuevo amor por lo real, no a lo real. Rimbaud está en el horizonte.

La poética toca al cuerpo, resuene en el cuerpo, resuene otra cosa que el sentido, como en la escritura china lo importante es el tono según François Cheng.

 

  • 1
    Lacan, J., “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”, Otros Escritos, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2012, p.600
  • 2
    Cf. J.-A. Miller, Un esfuerzo de poesía, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2016.