Resonancia Efraín Foglia

Diseñador en interacciones digitales, investigador y docente. Su trabajo se posiciona en la intersección entre el diseño, el activismo ciudadano y las tecnologías en red.

Decir “Todo el mundo” es crear una matriz de ilusionismo, una pirueta cínica en las manos de gente con poder. Esta frase se puede usar para invisibilizar las fragilidades y la explotación de gran parte de la población mundial. Ojo, no ignoramos a las personas bien intencionadas que la usan para imaginar que todas las personas somos iguales, suerte con eso. Si valoramos la frase completa “Todo el mundo está en su mundo” encontramos más calidez y respeto a las diferencias entre las personas. No obstante, seguimos sospechando de la frase “Todo el mundo”. El espejo retrovisor siempre será nuestra mejor herramienta.  Ahora bien, si vaciamos estas sospechas de dicha frase y nos centramos en esos mundos personales de “Todo el mundo” lo que nos interesa es abrir el melón de esos mundos, pero principalmente, queremos oler la posibilidad de imaginar nuevos mundos (alejados del genocidio de 1492, naturalmente) dichos nuevos mundos se construirán a partir de la interconexión de las fragilidades y de la resistencia de los habitantes de dichos imaginarios.

Acabamos con un pequeño ejercicio de remezcla y usaremos el espejo retrovisor. Tomaremos prestado el “Otro mundo es posible” del EZLN, le ponemos 2 gotas de chile habanero, 1 grano de cacao, 1 toque de Mezcal y nos queda: “Todos los mundos diversos interconectados deben de ser posibles”.