Prestigios del estándar

En nuestra época, más que en un Uno, la dominación parece encarnarse en un discurso, el de la cuantificación1Miller, J.-A., (2007-2008) Todo el mundo es loco. Paidós, Buenos Aires 2015, pág. 129..

Frente al carácter ahistórico y apolítico con que suele presentarse el discurso de la gestión de la calidad, Joaquín Navajas2Investigador del Centro de Investigación Socio-Técnica, organismo que forma parte del Centro de Investigaciones Estratégicas, Medioambientales y Tecnológicas del Ministerio de Ciencia e Innovación., analiza su instalación como “un proceso de colonización de la subjetividad”3Navajas, J., (2003) “De la calidad de vida laboral a la gestión de calidad. Una aproximación psicosocial a la calidad como práctica de sujeción y dominación”. y propone una historia de la calidad que sitúa su origen en la teoría de los sistemas sociotécnicos, vinculada al Tavistock Institute of Human Relations, de Londres, al Work Research Institute de Oslo y al Institute for Industrial Social Research de Trondheim. A partir de ella y de una serie de estudios sobre experiencias de cambio realizadas en la industria del carbón en los años 50, surgen en los países escandinavos los Programas de democracia industrial, programas participativos con una significativa carga política y con efectos en las relaciones laborales.

Estos programas derivan en los programas de Calidad de Vida Laboral, ya sin la significación política de aquellos, de los que surgen posteriormente los Círculos de Calidad que todavía intentan hacer compatible la humanización del trabajo con la productividad, es decir, con la idea de negocio, eficiencia y competitividad.  Durante los años 60, y fundamentalmente en Japón, estos Círculos (de control) de Calidad se desplazan del ámbito estrictamente productivo al resto de ámbitos organizacionales, comienza a hablarse entonces de Gestión de la Calidad y de control total de calidad corporativo, la Calidad Total.

El punto crucial en esta transformación es la reducción radical de la pluralidad de significados del núcleo conceptual de la calidad de vida laboral, lo que Navajas llama el nudo gordiano de la Calidad de Vida Laboral. En pocos años, de mitad de los 70 y mitad de los 80, “pasará de ser un concepto poliédrico, polisémico, atractivo, a ser un término plano, cuellicorto, limitado en la práctica a simple sinónimo de satisfacción laboral”4Navajas, J., Op., cit., pág. 45..

En la operación de sustitución de calidad por satisfacción se introduce la posibilidad de medir. El objetivo propuesto es la mejora constante, hasta la excelencia. Eso justifica postulados del tipo: “No puede ser sistemáticamente mejorado lo que no ha sido previamente estandarizado”5Navajas, J., Op., cit., pág. 30.. Ahora bien, en la gestión de la calidad se mide para comparar y si medir permite comparar, no va de suyo que lleve a mejorar. Como señala Jacques-Alain Miller “A partir del momento en que la producción tomó las riendas de la civilización, el sujeto se quedó relacionado […] con el plus de goce que supone cierta indiferenciación del objeto, que implica una numeración del objeto, en el que la pregunta es: ¿cuánto? […] Estamos entonces frente a una producción basada en el goce […] y, por lo tanto, frente a una manera de gozar que toma la forma de la adicción”6Miller, J.-A., Op., cit., pág. 26.. La operación evaluación se desvela así como una operación de mercado.

Qué se pretende medir

En el ámbito de la industria puede llegar a estar claro, pero cuando se trata de relaciones humanas la práctica de la gestión de la calidad está llena de atajos y de trampas que escamotean la imposibilidad de transformar en número determinados aspectos de la actividad y la experiencia humanas. Por ejemplo, las certificaciones de calidad en el ámbito sociosanitario, generalmente acreditan sólo partes de procedimientos administrativos, y poco relevantes en relación a la actividad de la organización, dejando de lado la dificultad que entraña la reflexión sobre la práctica que se realiza en la misma.

La tendencia es reducir la relación a una experiencia de consumo y la medida de la calidad a una encuesta sobre la satisfacción o sobre cualquier otro estado de ánimo. “El régimen de la homogeneidad […] intenta cuantificar la cualidad, y lo logra […] sobre el modelo imparable del <<un poco, mucho, apasionadamente>>, considerando que los intervalos entre esos diferentes marcadores son iguales, postulado puro y simple, y después se pone en marcha la estadística sobre esta base. Evidentemente es aquí que se juzga: lograr cuantificar las cualidades.7Miller, J.-A., Op., cit., pág. 134.

Ahí la trampa, la parodia que resulta de determinados usos de la serie estadística8Laurent, E., (2010) El sentimiento delirante de la vida. DIVA, Buenos Aires, 2017, pág. 34.. Esta homologación cuantitativa verifica el axioma según el cual todo es cantidad, pero esta noción, “es del orden de la voluntad, es del orden del deseo.” Deseo de dominio y de igualdad que al hacer de las diferencias una cuestión sólo de número “posibilita algo llamado la gestión de las poblaciones”9Miller, J.-A., Op., cit., pág. 148..

Podemos decir que se busca medir porque no se sabe qué hacer con el ser hablante cuando habla. Es la propuesta de los cuestionarios: ¡marque una casilla y cállese!

Estandarización y burocracia

En el ámbito de nuestro trabajo institucional en un servicio público de atención a la infancia, para evitar que la protocolización solape, sustituya o asfixie el trabajo clínico, hemos de traducir cada vez la propuesta burocrática a su versión administrativa y a otra versión que entraña la posibilidad de un acto clínico. El resultado: un trabajo extra para finalmente poder encontrarnos con lo que está en juego, para cada niño, en su relación con el lenguaje, con el cuerpo y con los objetos que constituyen su relación con el Otro y con el mundo.

A partir de ahí, qué podemos mostrar de ese encuentro. Por ejemplo, en un caso concreto10Presentado en PIPOL 9.: la maniobra original que ha podido realizar un niño, la historia que ha podido construir, a partir de su experiencia en la relación transferencial, para incorporar a su imagen una parte dañada de su cuerpo que quedaba, extraña para él mismo, como el índice que inducía su calificación como discapacitado, con el malestar y el sufrimiento que eso comportaba. Sufrimiento y daño, daño a su imagen, a su valor como niño para el Otro, para los otros y para él mismo. Para ello fue preciso que pudiera encontrarse con alguien que, sensible a la respuesta que él venía dando al hecho de portar ese cuerpo extraño en su propio cuerpo, se prestara para animar y causar ese trabajo.

Ahora bien, la solución encontrada se aprovecha de la que él ya venía dando: demostrar la utilidad de ese miembro dañado en un acto fuera de norma, se organiza sobre el síntoma que le trae a encontrarse con nosotros. Y, por otra parte, la nueva solución, que no pretende ser definitiva: la apuesta por un brillante futuro como deportista con un cuerpo que ha incorporado ya ese miembro excluye como horizonte una relación con el cuerpo sin malestares ni contratiempos. La normalización de su relación con el cuerpo es la que se deduce de la operación que ha realizado y de sus efectos, pero eso es no-estándar, es marca propia, irrepetible. En tanto lo homogéneo, como señala Miller, se ubica como lo comparable “el solo hecho de aceptar la evaluación conlleva […] una destitución del sujeto como incomparable […] la promesa del discurso analítico es obviamente lo contrario del discurso de la evaluación: <<no serás comparado>> […] ni siquiera de una sesión a otra. Así como la evaluación devalúa, el discurso analítico, de manera natural, estructural, valoriza el sujeto”11Miller, J.-A., Op., cit., pág. 137..

Leer sintomáticamente, desde la singularidad, esos momentos es lo contrario a la lectura clasificatoria, es nuestra versión práctica de la salud mental no existe y es el modo como el psicoanálisis ha podido oponer siempre resistencia a la patologización o a la medicalización de la vida cotidiana. También es lo que nos privó de los entusiasmos de aquella campaña lanzada por la OMS en los 90 “Salud para todos en el año 2000”.

La imprudente promoción en textos legales de la llamada despatologización es, me parece, una versión de lo que Eric Laurent llama delirio de normalidad ─aquí la idea de un síntoma sin inconsciente─, y apunta en una dirección que atenta contra la lectura sintomática de las respuestas que dan algunos sujetos a sus dificultades con el cuerpo, con el pensamiento o con la vida. Es un atentado contra la subjetividad, contra lo más singular de los seres hablantes: “El sinthombre” al que “todomb tiene derecho. No solamente derecho sino superioridad”12Lacan, J., (1975) Joyce el síntoma. Otros escritos, pág. 595. PAIDOS, Buenos Aires 2012. dice Lacan. Confundir la inutilidad de las clasificaciones tipo DSM y sus efectos de segregación, con la operación de dignificación del sujeto, vía su síntoma, que el psicoanálisis viene realizando desde sus orígenes, es signo de una muy grave desorientación.

 

  • 1
    Miller, J.-A., (2007-2008) Todo el mundo es loco. Paidós, Buenos Aires 2015, pág. 129.
  • 2
    Investigador del Centro de Investigación Socio-Técnica, organismo que forma parte del Centro de Investigaciones Estratégicas, Medioambientales y Tecnológicas del Ministerio de Ciencia e Innovación.
  • 3
  • 4
    Navajas, J., Op., cit., pág. 45.
  • 5
    Navajas, J., Op., cit., pág. 30.
  • 6
    Miller, J.-A., Op., cit., pág. 26.
  • 7
    Miller, J.-A., Op., cit., pág. 134.
  • 8
    Laurent, E., (2010) El sentimiento delirante de la vida. DIVA, Buenos Aires, 2017, pág. 34.
  • 9
    Miller, J.-A., Op., cit., pág. 148.
  • 10
    Presentado en PIPOL 9.
  • 11
    Miller, J.-A., Op., cit., pág. 137.
  • 12
    Lacan, J., (1975) Joyce el síntoma. Otros escritos, pág. 595. PAIDOS, Buenos Aires 2012.