El sueño de Velázquez: Las Meninas

Invención artística, invención es una noción, un término a trabajar en las próximas Jornadas de la ELP Se trata de explorar las diferentes soluciones, las de cada uno confrontado a la disyunción radical entre el mundo y sus representaciones. No existe representación de lo real ya que se vuelve inalcanzable. Entonces cada uno en “su” mundo fomentado por su síntoma, fantasma, ficciones, sueños, pesadillas y delirios cada uno encuentra, a su manera, una forma de habitar el mundo. Invenciones particulares, singulares y únicas. A veces una producción provoca una conmoción como es el caso del cuadro “Las Meninas” y deja una marca, una huella que se inserta en la historia y curiosamente cada generación lee, interpreta y mira un cuadro diferente. Se vuelve, se torna: universal.

El sueño de Velázquez, su enigmática invención se plasma en su obra maestra “Las Meninas” su primer título fue “La familia de Felipe IV”. El pintor, hasta entonces considerado de cosas bajas como lo describe su primer biógrafo Antonio Palomino 1Palomino A., Vida de Velázquez, Editorial Casimiro, Madrid, 2013, p.11., logra entrar en la escena palaciega con su paleta y pincel. Años más tarde fue consagrado con la cruz de Santiago, concedida a título póstumo por el rey Felipe IV. Condecorado, con la prestigiosa insignia, nos mira desde hace siglos.

Once personajes componen la escena del cuadro, la infanta Margarita en el centro, dos meninas Isabel y María Agustina; dos enanos María Barbola y Nicolasito; la viuda Marcela muy cerca de un guarda damas del que se desconoce el nombre; en el punto de fuga José Nieto, que no se sabe si entra o sale de la habitación; los reyes en el espejo y Velázquez que pinta un lienzo. ¿Qué pinta? Se trata de inmortalizar a los Reyes o quizás retrata a la infanta Margarita rodeada de su corte, tal vez al espectador, al que mira… La escena se obstina en provocarnos. Y respecto a la perspectiva y técnica, se ha llegado a decir que fue pintado con tres espejos y que la geometría corresponde a la constelación Corona Borealis. Actualmente se conocen, gracias a radiografías y electrografías, muchos detalles y curiosidades. Unas excavaciones arqueológicas recientes dieron lugar a concluir sobre el pequeño búcaro que ofrece la menina a la infanta, no solo se bebía el agua también se trataba de masticar e ingerir el barro que tenía múltiples propiedades; una de ellas, cosmética.

Pero, ¿dónde está el cuadro? exclamaba el poeta y crítico Teophile Gautier en el siglo diecinueve y antes el pintor Luca Giordano. Se refería al cuadro como la Teología de la Pintura.

El cuadro dentro del cuadro, así ha sido definido por muchos comentaristas. El cuadro está ahí, capta un instante y sobresale la acción del pintor.
Su técnica fue alabada por los impresionistas que lo consideraron un precursor. Velázquez no es un colorista, no hay un gusto por el color, como se distingue a otros pintores como El Veronés o el Greco. Como dice Ramón Gaya de su estilo “La pintura tiene una rara inclinación a no ser corpórea… Para el pintor, el color se diría que lo suyo es liberarlo, disolverlo en la inmensa caja de aire, es decir irradiarlo en una especie de desdeñosidad, casi de olvido” 2Gaya R., Velázquez pájaro solitario, Editorial Anel, Granada, 1984, p.33..

Gaya se opone a la teoría de Ortega y Gasset que argumenta que se trataba de un pintor perezoso, melancólico y flemático con ansias de señorío. Gaya destaca ese desprendimiento del trazo, de la pincelada velazqueña, que produce esa atmósfera espectral donde los personajes son pura representación. Como un cuadro viviente, como una naturaleza muerta, dirá Lacan en su seminario “El objeto del psicoanálisis” 3Lacan J., El Seminario, libro 13 El objeto del Psicoanalisis, inédito, lección del 25 de mayo 1966..

Hoy, en la actualidad, en junio del 2022 hemos visto como el cuadro daba la vuelta al mundo en la cumbre de la OTAN, los mandatarios se fotografiaban en el Prado junto a las Meninas y veíamos al artista sobresalir desde su mundo y entrar de nuevo en la historia. En la cumbre “el artista-pintor” estaba en el centro de la foto.

Por otra parte, las parejas de los mandatarios se hacían la foto delante del cuadro de Picasso “El Gernika” en el museo Reina Sofía. En el centro el caballo inspirado en el fresco medieval “El triunfo de la muerte” que se puede contemplar en el Palazzo Abatellis de Palermo. Allí podemos ver los diferentes estamentos sociales atravesados en diagonal por el esqueleto del equino. Impresiona el fresco, el Gernika y la foto.

Dos imágenes, dos invenciones que intentan capturar algo de lo irrepresentable de lo real de la guerra y de la subversión del sujeto que no se puede atrapar en este lienzo, y que el propio Velázquez nos veda su visión.

Volvamos al cuadro, uno de los más interpretados desde la historiografía del arte, la técnica cromática, la perspectiva que da lugar al discurrir de la filosofía y que ha provocado un síndrome, el SFLM “Síndrome de Fatiga de las Meninas”. Y la culpa la tiene Michel Foucault, así lo apunta Jonathan Brown 4Brown J., Reflexiones de un hispanista a la sombra de Velázquez, Editorial Abada, 2015, Madrid, p.153. reconocido hispanista canadiense que ha escrito varios ensayos sobre el arte español en el siglo de Oro. Tanto Foucault como Lacan en sus referencias al cuadro, no interpretan, sino que realizan una lectura muy descriptiva y precisa del cuadro.

En “Las palabras y las cosas”, una arqueología de las ciencias humanas de Michel Foucault, en el primer capítulo dedicado a “Las Meninas” propone una interesante visión. Lacan continúa en su seminario 13 “El objeto del psicoanálisis” una fecunda conversación con el texto de Foucault. Lacan no interpreta. El psicoanálisis, no interpreta, no hace psico-biografía. Toma cada obra de arte como una producción, como un objeto que ya en sí mismo tiene el valor de interpretar. Lacan escribe de forma contundente en su texto de homenaje a M. Duras “el artista abre el camino” desbroza, atraviesa. Toda obra de arte es una sospecha sobre la realidad, que abre y agujerea mundos.

El camino que abre Velázquez con ese cuadro imposible entre lo visible y lo invisible es crear un espacio donde se vela la nada. Reina en el umbral de dos visibilidades incompatibles. El pintor se eleva sobre la escena y se representa como el artista. Entra en la concepción de que la pintura es un arte y así, inventa un mundo donde él mismo de forma autorreferencial está incluido. No se trata de un autorretrato, es la invención de un universo, de un mundo, donde el pintor pinta.

Velázquez activa el vacío. Los personajes están como “Vorstellungsrepräsentanz” es decir representantes de la representación o traducido de otra manera “representación representativa”, en el cuadro siguen velando la nada, ese juego de sociedad, esa trampa de miradas, nos dice Lacan, puros semblantes. El sueño de Velázquez se nos presenta como una descomposición espectral y lo más singular, como plantea Lacan, es que el pintor esta puesto ahí, en medio. Velázquez agujerea, amplifica y abre el espacio a través del espejo, el vano abierto de la puerta-ventana y el cuadro. Cada uno de estos motivos tiene sus condiciones de iluminación y de presentación. Esta serie de artificios y su uso hace de este cuadro una obra que interpela al espectador y nos convoca a interrogarnos sobre el estatuto del principio de realidad, sobre la hendidura que abre la infanta Margarita en el centro del cuadro, como si flotara, suspendida en un vacío de aire, en una atmósfera fantasmal. De manera mucho más modesta y viva, nuestras Jornadas nos invitan a preguntarnos no sólo sobre las invenciones artísticas sino también las pequeñas invenciones particulares que hacen posible que el sujeto quede anudado y realice el pasaje de su síntoma como sufrimiento al sinthome y estar a la altura de la ultimísima enseñanza de Lacan que Jacques Alain Miller desarrolla en sus últimos cursos 5Miller J.-A., Curso de la Orientación lacaniana, El Ser y el Uno, inédito, lección del 2 de febrero 2011., “Un psicoanálisis es una experiencia, un proceso único (…) el efecto mayor de dicha experiencia hace que no sea solo de curación y de formación sino, hablando con propiedad, de revelación ontológica por lo que al sujeto se refiere”.

El cuadro es una ventana que nos invita a cernir algo del fantasma. Por eso Lacan ironiza al final de su clase y se pregunta si la cruz de Santiago fue merecida por mostrar que el armazón del mundo se sostiene en el fantasma.

 

  • 1
    Palomino A., Vida de Velázquez, Editorial Casimiro, Madrid, 2013, p.11.
  • 2
    Gaya R., Velázquez pájaro solitario, Editorial Anel, Granada, 1984, p.33.
  • 3
    Lacan J., El Seminario, libro 13 El objeto del Psicoanalisis, inédito, lección del 25 de mayo 1966.
  • 4
    Brown J., Reflexiones de un hispanista a la sombra de Velázquez, Editorial Abada, 2015, Madrid, p.153.
  • 5
    Miller J.-A., Curso de la Orientación lacaniana, El Ser y el Uno, inédito, lección del 2 de febrero 2011.